Dios obra al cambiar corazones a través de Jesucristo y al darles un sustento por medio de la apicultura en aldeas remotas en Liberia.
A una distancia segura de su apiario, Dorris Yengbeh coloca hojas secas de palmera y un puñado de musgo en su ahumador. Enciende una cerilla y agita el fuelle hasta que el humo empieza a salir del contendor de lata. Ahora se pone su traje protector, un gorro con careta, sus guantes y sus botas de hule.
“Debes ser gentil con las abejas”, dice y entra a la sombra del apiario, un grupo de colmenas situadas en el huerto de árboles de cocoa, café y palmeras. Aunque solo tiene unos cuantos meses en esta aventura, ya tiene tres colmenas activas. “Debes disfrutar el silencio al igual que hacen ellas, y debes acercarte lentamente”.
Solía haber un pleito entre las abejas africanas y los residentes de Honeyahun, una comunidad al norte de Liberia que se nombró por lo que se convirtió en su más deliciosa exportación: miel.
De niña, a Dorris le decían que se mantuviera lejos de las abejas, pero ahora ha aprendido a amarlas. Los científicos las conocen como apis mellifera scutellata y Hollywood como las abejas africanas asesinas.
“Solía tenerles miedo”, dice. “Tenía sueños de terror. Solíamos matar a las abejas”.
Su reputación viene por el instinto de atacar en conjunto cuando se sienten amenazadas. Por esta razón, muchas comunidades en Liberia robaban la miel y quemaban las colmenas. Pero ahora Dorris las ve de manera diferente.
“Alabo a Dios porque vengo al bosque cada mañana y por la tarde, cuando todo está tranquilo. Las abejas también están tranquilas”, dice Dorris. “Le doy gracias a Dios por estas abejas y cómo trabajan juntas para hacer la miel. Por medio del programa, he aprendido a ver a las abejas como la creación de Dios y una muestra de Su creatividad. Todas estas abejas trabajan juntas para hacer miel dulce y deliciosa”.
Muchas comunidades remotas en Liberia, entre ellas Honeyahun, tienen la combinación correcta de temperatura, humedad, flores y abejas para cosechar miel todo el año. Las colmenas en Honeyahun crean miel brillante y dorada que tiene un poco de mocha, un acento de sabor creado por le néctar de las flores de café y cocoa que abundan en la región. El producto final está entre los favoritos de los clientes.
Colmenas nuevas y esperanza eterna
Dorris es una entre las docenas de apicultores liberianos que aprenden el negocio a través del programa BEE: Beekeping for Economic Empowerement. Este programa de Samaritan’s Purse sobre sustento enseña a las familias nuevas habilidades para aprovechar la abundancia natural en sus comunidades, aumentar sus ingresos y tener una mejor calidad de vida para sus familias.
Dorris, por ejemplo, dice que quiere usar sus ganancias para ayudar a pagar la escuela de sus dos hijos menores y asegurar que tengan ropa y una buena nutrición.
Y cada paso del programa provee una oportunidad para señalar a las personas a Jesucristo. El evangelismo y el discipulado son componentes clave en el curso, y la apicultura provee una manera natural para hablar sobre Dios con los estudiantes y explorar las maravillas de su creación.
Dorris medita en estas maravillas.
“¿Cómo saben las abejas cómo hacer la miel? Trabajan juntas para proteger a la reina y la colmena, y se comunican unas con otras para construir la colmena”, dice. “Sé cómo. Dios las hizo hacer estas cosas”.
Dorris dice que las clases y las discusiones sobre Dios han encendido un deseo de vivir su fe en Jesucristo de modo más intencional.
“Antes, no quería cambiar, no quería compartir lo que tenía. Era egoísta. No me preocupaba ser una luz para otros”, dijo Dorris. “Pero estoy aprendiendo que como cristiana, otros deben ver un cambio en mí. No me pertenezco a mí misma. Le pertenezco a Dios. Debe ser una luz para que las personas vean y vengan a Dios”.
En unos cuantos meses, espera tener algo que compartir de sus colmenas. Ahora, sin embargo, el trabajo requiere constante vigilancia para mantener a los escarabajos, hormigas y otras amenazas de destruir a las jóvenes colmenas, antes que puedan montar su propia defensa.
Ella las limpia todos los días para que las pestes no se acerquen. Las patas de las estructuras que sostienen las colmenas están sumergidas en cubetas de agua para que los invasores no puedan cruzar.
Mil colmenas por la gracia de Dios
En una colina cercana en Honeyahun, la amiga de Dorris, Hawa, otra apicultora, celebra también lo que Dios hace en su familia. Es su primer año de apicultura junto con su esposo Eric.
“Por la gracia de Dios, ¡tenemos mil colmenas!”, dice Hawa. “Espero que podamos producir mucha miel, y que muchos en nuestra comunidad se beneficien y tengan su propia colmena”.
Hawa creyó en Jesús hace dos años durante un evento local en la iglesia, y el programa BEE las está ayudando a acercarse a Jesucristo y a caminar con Él. También le ha dado oportunidades de compartir el Evangelio de Jesucristo con las personas en su comunidad y apuntar a otros a Él mientras habla de las abejas.
“Es el creador del universo, de las abejas, del bosque veo”, dice Hawa”. “Así que cuando estoy cuidando de mis abejas, pienso que Dios es maravilloso. ¡Ha hecho cosas asombrosas! A través de la apicultura y mi forma de vida, quiero que otros sepan cuán grande es Él”.