Samaritan’s Purse y sus proyectos de sustento recuerdan a los refugiados y desplazados por la violencia que Dios los ve, los ama y trabaja a través de su pueblo para restaurar su esperanza y futuro.
Ismail guía a sus cinco cabras a un poste donde las ata. Luego camina por sus filas de la hortaliza en paz, sin miedo de que las bestias destruyan sus cosechas en un ataque de hambre. Hay un alambrado en tres lados del jardín y en el cuarto una pared de ladrillos de barro rojo.
Dentro del jardín, Ismail sonríe mientras señala lo mejor de su cosecha como mangos, ocra y col rizada. Todavía atadas, las cabras comienzan a comer restos del jardín que el dueño ha puesto a sus pies. Se siente la tranquilidad mientras las cabras mastican.
La poda del jardín es una manera sencilla de alimentar a sus cabras con comida nutritiva. A su vez, los desechos de las cabras son un buen fertilizante para el jardín.
Ismail y otros refugiados de Sudán se benefician del programa de Samaritan’s Purse en Ajuong Thok, Sudán del Sur, que les enseña sobre cabras y hortalizas. Aprenden a cuidar de las cabras y su reproducción. También aprenden a ordeñarlas como una rica fuente de proteínas, sin descuidar a las crías.
Además, Samaritan’s Purse provee a las familias con semillas y equipo, un terreno compartido e instrucciones sobre cómo plantar y sostener una hortaliza familiar. Esto le da a los participantes lo que necesitan para empezar su jardín, alimentar a sus familias (y a las cabras) y vender para obtener un ingreso.
El año pasado, le dimos a Ismail dos cabras. Estas cabras ya adultas le han dado tres más, y el macho le ha dado a otras familias otras crías. En el jardín, las semillas traen buenas cosechas de ocra y otras verduras.
El clima de la región hace posible que se siembre y coseche todo el año. La composta natural de las cabras es una parte integral de preparar y nutrir el suelo para cada ciclo de cosecha.
“Las cabras comen todo”, dijo Ismail. “Pero también alimenten el jardín con sus desechos, así que en cierto modo devuelven lo que han comido”.
La salud del suelo en su pequeña hortaliza es de vital importancia para plantar árboles frutales, que fueron provistos por Samaritan’s Purse el año pasado. La fruta ofrece vitaminas y otros nutrientes para suplementar sus dietas y desarrollar sus mentes, como los niños de Ismail.
Huir de la guerra, encontrar esperanza
Aunque no lejos de la frontera del sur de Sudán, toma días caminar desde Ajuong Thok a las montañas de Nuba, la tierra de Ismail, donde las comunidades han, tristemente, sido atacadas por milicias brutales, las fuerzas del gobierno y otros grupos armados.
Se rodaban bombas en barrilles de las puertas. Caían bombas de jets militares. Los ruidos de artillería resonaban en las colinas. Algunas bombas caían con suma precisión, y muchos murieron al instante, y otros no.
Ismail huyó de la violencia en 2013 con una pequeña caravana de 15 parientes, padres, tíos, tías, primos.
No bastaron diez años para olvidar los horrores, por supuesto, pero Ismail está aprendiendo a crear una experiencia diferente con mejores recuerdos para sus propios hijos. Los mantiene cerca, pero también piensa en el futuro.
Quiere que sepan cómo vive la gente en tiempos de paz y que pueda dar este regalo a sus hijos es lo mejor que ha recibido. Las cabras, la hortaliza y los árboles provistos por Samaritan’s Purse sirven como un comienzo práctico para construir hacia el futuro.
A través del trabajo de Samaritan’s Purse en Ajuong Thok, los padres como Ismail y sus familias también aprenden que la esperanza final se encuentra solamente en el Evangelio de Jesucristo. Nuestro personal les recuerda a quienes todavía se duelen que no sufren o sobreviven solos. Mientras les servimos en el nombre de Jesús, les damos para sus necesidades básicas, y les recordamos que Dios no los ha olvidado.
Además, nuestro personal puede caminar con ellos con programas a largo plazo que ofrecen destellos de un futuro prometedor.
“Estamos seguros aquí, así que tenemos cabras”, dijo Ismail. “Sembramos ocra y col y árboles frutales. Quiero que mis hijos crezcan con prácticas agrícolas. Quiero que vean cómo crece un mango.
“Quiero que coman fruta para tener buena nutrición. Quiero que se puedan sentar en la sombra si seguimos aquí. Quiero enviarlos a la escuela con el dinero que gane de las cabras y la hortaliza. Quiero que tengan estas cosas que solo se puede en tiempos de paz. Yo no crecí con esta paz”.
“Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos” (Salmo 23:5).