Mientras nuestros voluntarios sirven en Valdosta, Georgia, una pareja recibe la vida eterna en medio de la aflicción del huracán Helene.
Los vientos rugieron a su paso por el apacible vecindario de Scott, en el centro de Valdosta, Georgia, cuando el huracán Helene avanzó hacia norte, pasando por Florida e ingresando en el Estado del Melocotón. En el oscuro cielo nocturno, los imponentes pinos se vinieron abajo y cayeron sobre su casa, y destrozaron el cielorraso mientras él y su esposa, Terri, se acurrucaron en el baño.
Su casa y su propiedad quedaron atravesados por árboles, algunos de los cuales cayeron sobre su techo durante el huracán Helene.
“Si miras alrededor, debería haber muchas más personas muertas”, dijo Scott, contemplando el árbol de 45 metros que perforó su techo. Esa noche, hace casi una semana atrás, Scott salió corriendo de su casa para ver cómo estaban sus vecinos: en la casa de al lado, Andre tenía un árbol en su dormitorio de atrás; otro había caído dentro de la sala de Victoria, en la otra esquina; y una cuadra más adelante, más pinos habían golpeado varias casas.
Valdosta era irreconocible en la mañana del 27 de sept., después que el huracán Helene causó estragos en la ciudad. Miles de árboles aplastaron viviendas, negocios y cables de luz eléctrica. Los caminos eran intransitables y algunas instalaciones vitales estaban destruidas.
“Yo no sabía que existiera esta clase de personas”.
Sin embargo, los voluntarios de las camisetas naranjas de Samaritan’s Purse llegaron a la comunidad de Scott apenas unos días después. Oraron y se pusieron a trabajar en la limpieza de los escombros desparramados en la propiedad: cortaron los árboles caídos con motosierras y colocando alquitrán y lonas en los techos rotos.
Grandes troncos asentados en el suelo ablandado por la lluvia amenazaban a las casas de Valdosta mientras los vientos fuertes azotaban la zona.
“Nunca he visto nada igual; no sabía que esta clase de personas existía”, dijo Terri sobre los voluntarios de Samaritan’s Purse.
Sin embargo, a la pareja todavía le faltaba algo. Ellos también querían experimentar el amor y el gozo que veían en nuestros voluntarios. Guiados por los capellanes de la Billy Graham Evangelistic Association, Scott y Terri rompieron en lágrimas y aceptaron a Jesucristo como su Señor y Salvador, mientras estaban sentados en su porche.
“Me sentí tan aliviada cuando terminamos de orar”, dijo Terri. “Sabíamos que Dios nos había cuidado esa noche, porque no estábamos tan lejos del lugar donde el árbol cayó”. Con una gran sonrisa, Scott añadió: “Realmente, estoy feliz”.
Samaritan’s Purse continúa su respuesta a la devastación del huracán Helene en seis sitios. Estamos trabajando en Carolina del Norte, en el extremo este de Tennessee, en Georgia y en Florida. Regístrate hoy como voluntario para servir como las manos y los pies de Jesucristo.
Scott y Terri oraron para recibir a Jesucristo como Señor y Salvador, durante el tiempo que trabajamos en su hogar.
