Mientras nuestro trabajo se expande a cuatro naciones isleñas en el Caribe, los residentes de este paraíso abatido por el huracán experimentan el amor de Dios. “Oré que Dios enviara un buen samaritano. Y lo hizo”.
“Esto es algo que jamás había experimentado en mis 55 años de vida”, compartió Lenora mientras miraba los restos de su vecindario costero. El sudor corría por sus cejas, parada sobre un techo de metal; lo que ya no ofrece alivio para el calor.
Lenora, su madre y su sobrina viven cerca y han perdido mucho.
Fragmentos de colores pastel se extienden en el camino de tierra frente a la casa de Lenora. Es lo que queda de la pintura de muchos hogares que hacían de esta isla colorida y brillante.
“Lloré durante días”, confesó Lenora mientras consideraba lo que su familia y su país han perdido en menos de una semana. “Me desmoroné”.
El 1 de julio, un lunes, Beryl rompió récords como la tormenta de categoría 4 más temprana en el año. También fue la más fuerte en golpear esta parte del sur del Caribe. Por lo menos ocho personas perdieron la vida.
En algunas comunidades, la destrucción fue total. Hogares, escuelas y negocios quedaron en ruinas. Miles de familias se quedaron sin hogar y no tienen a quién recurrir.
El trabajo se extiende a múltiples naciones isleñas
En 24 horas, Samaritan’s Purse ya había respondido con un vuelo de su DC-8 llevando ayuda y personal a la región. Le siguieron cuatro vuelos más.
Samaritan’s Purse baja de un helicóptero suministros a ubicaciones remotas del
Ahora, a una semana de la tormenta, servimos en Granada, Jamaica, San Vicente y las Granadinas. Hemos colocado un hospital móvil de emergencia en las comunidades de Granada en Carriacou. Seguimos proveyendo miles de galones de agua potable cada día y distribuimos cosas esenciales como lonas, artículos de higiene, lámparas solares y kits de cocina.
Equipos médicos más pequeños operan en clínicas en las islas y nuestros pilotos llevan en helicóptero suministros en las islas.
Sobre todo, compartimos la esperanza en el Evangelio de Jesucristo y les recordamos a las personas que Dios no las ha olvidado.
La esperanza crece en un paraíso perdido
Las personas como Lenora deben escuchar una palabra de esperanza de parte de nuestro equipo y colaboradores. El desastre ha golpeado a sus familias. Su madre de 87 años que vive al lado, perdió casi toda su casa. Tiene amigos y otros conocidos que han perdido todo. Mientras halbaba, su sobrina, a unos, se puso mal y mostró las emociones que casi todos en su comunidad se están aguantando para poder salir adelante sin desmoronarse.
Hemos distribuido toneladas de ayuda y tenemos a más de 80 miembros de nuestro personal en las islas.
“Mirar esto, enfrentar esto cada mañana que despiertas”, dijo Lenora. “No sabemos cuándo este lugar volverá a ser lo de antes. No sabemos cuánto tiempo tomará”.
Para muchos en Canouan, la vida hoy se define como una búsqueda de agua, refugio, alimento y cuidado médico, mientras detienen el duelo. No ha pasado ni una semana desde Beryl. Tratan de enfrentar la realidad que se les quitó en minutos, pues los hogares y las comunidades de generaciones se han ido para siempre.
Recordatorios tangibles del amor de Dios para la isla de Canouan
Mientras nuestra respuesta continúa a expandirse, llevando ayuda a varias islas, Samaritan’s Purse trabaja con fieles iglesias colaboradoras. Estos líderes cristianos en la isla, pastores y otros que han trabajado con Operation Christmas Child, han dado velocidad invaluable a nuestros esfuerzos al contactarnos rápidamente con las necesidades más apremiantes y cómo satisfacerlas.
Las iglesias locales, a las que contactamos primero por Operation Christimas Child, han multiplicado nuestras fuerzas y han recibido a nuestros equipos como familia.
Han ayudado a conducir la capacitación para sus congregaciones, opinado sobre los planes de distribución y multiplicado nuestras oportunidades para compartir el amor de Jesucristo, aunque ellos experimentan su propias pérdidas y cansancio.
Así conocimos a Lenora, nuestros equipos le trajeron lona, kits de higiene y otros suministros, junto con compasión y paciencia, lo que necesita hoy su corazón.
“Dios los envió, y Dios abrió la puerta para que vinieran”, expresó Lenora. “Agradecemos. A Dios por la vida, porque en Él todo es posible”.
Aunque dolidos y sin permitirse hacer duelo, los muchos isleños como Lenora reconocen la presencia de Dios, en medio de los escombros de sus casas.
Una mujer mayor nos recordó de la fidelidad y la provisión de Dios en medio de terribles circunstancias. Sujetó varios objetos que le dimos y nos susurró al irnos: ““Oré que Dios enviara un buen samaritano. Y lo hizo”.
Por favor, sigue orando por las muchas familias que sufren en las islas del Caribe y ahora en Texas. Ora por nuestros equipos que sirven estas comunidades con ayuda física y la verdad y la esperanza que solo están en el Evangelio de Jesucristo.
