Los voluntarios de Samaritan’s Purse hacen resplandecer el amor de Dios por los propietarios perjudicados azotados por el huracán Helene en el condado de Buncombe, Carolina del Norte.
Entre los objetos arruinados que Michael Dixon sacó de su cajonera (certificados empapados, libros destruidos, fotos preciadas), descubrió un pequeño llavero. Cuando lo levantó a la luz del sol que entraba a través de su ventana, una sonrisa se coló en su rostro.
“Sevierville. 1991. El restaurante Howard’s. Nuestra luna de miel”, dijo mirando fijo la fotito de él y su esposa, Nancy, plastificada e ilesa ante la ira de Helene.
Lo arrojó a una caja pequeña de recuerdos. Esta caja no se llenó rápidamente, pero las tres bolsas de basura que tenía a su derecha desbordaban mientras refregaba su habitación. Los objetos que una vez atesoró mezclados con el moho y el barro, desechados junto al montón de muebles en la acera.
“Cuando una habitación está vacía, una parte de tu corazón se vacía”, confesó.
Todos a lo largo de esta avenida de Swannanoa, Carolina del Norte, vieron cómo las aguas de la inundación subían por encima de sus alcantarillas cuando el huracán Helene desató lluvias torrenciales que desbordaron el río cercano. Los Dixon huyeron cuando el agua les llegaba a la rodilla. Fueron a un edificio de departamentos en una zona más alta, pero no podían imaginar el daño que pronto ocurriría.
“Agarramos al perro y al gato y huimos”, explicó Nancy. “Pero no agarramos nada más porque sabíamos que pronto volveríamos a casa”.
Quince minutos después, recibió una foto de su casa sumergida por el agua, que le envió un vecino que quedó atrapado en el techo.
Cuando Michael volvió un día después, la realidad se impuso.
“Incredulidad”, dijo Michael sobre la primera vez que vio su casa después de la tormenta. “Esa noche, cuando nos despertamos a las tres de la mañana, no sabíamos que esa sería la última vez que estaríamos en esta casa”. Agarró a Nancy cuando se echó a llorar. “Es una ama de casa inmaculada, y ahora todo aquí es una pila de basura”.
La ayuda llega de color naranja
Mientras trataban de ordenar los pedazos de sus vidas, los Dixon se encontraron con un mar naranja en la puerta principal de su casa. Un grupo de jóvenes de una iglesia cerca de Clemson, Carolina del Sur; un hombre que vino de Texas; una familia local y otros se pusieron las camisetas naranja que usan los voluntarios de Samaritan’s Purse.
Estos desconocidos se unieron para ayudar a los Dixon a vaciar sus muebles, así como los ayudaron a salvar los objetos de valor. También palearon el barro compactado en la casa y quitaron los paneles de yeso manchados y los pisos.
“Esto significa todo para nosotros”, dijo Michael sobre los voluntarios. “Ellos no tenían que hacer esto. Podrían haberse quedado en casa” —se llevó un dedo al pecho cuando las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos—, “pero eligieron ayudarme”.
Michael amaba todo de su comunidad. Como delegado del alguacil durante 12 años, estas calles fueron las suyas.
“Esta es mi gente. Estas son mis calles”, dijo. “Y ahora mis vecinos se fueron. Sé que están a salvo, pero nunca volveré a vivir al lado de ellos. Se terminó”.
Sin embargo, Samaritan’s Purse les brindó a los Dixon una esperanza nueva en medio de la tormenta con una Biblia Billy Graham especial de estudio y orando juntos por ellos.
Proveemos agua y extendemos la esperanza
Al otro lado de la carretera y camino abajo (entre la polvareda y los negocios asolados), el sistema de filtración de agua de Samaritan’s Purse se erige como un faro de esperanza y un alivio para los propietarios agotados del condado de Buncombe.
Dado que bombea 50 000 litros de agua potable por día, Wayne Fowler, un miembro de DART de Samaritan’s Purse y capellán de Billy Graham Rapid Response, combina sus ministerios para alcanzar a cada persona mientras maneja la estación.
“Este es el pozo de agua del municipio, y las personas necesitan el Evangelio”, dijo Fowler, agachándose para llenar el recipiente de una madre joven. Llevó el agua a su camioneta, oró por ella y se despidió con un abrazo, mientras ella lloraba. “La necesidad es abrumadora”, comentó él mientras recibía otro recipiente vacío de la siguiente persona en la fila.
Ora por los millones de familias que todavía tienen grandes dificultades para recuperarse del huracán Helene. Mientras continúan operativas las seis sedes donde estamos respondiendo en el Sureste (tres en Carolina del Norte, dos en Florida y uno en Georgia), ora para que nuestros voluntarios manifiesten el amor y la esperanza de Jesucristo a los propietarios perjudicados. Samaritan’s Purse también tiene respuestas activas a las tormentas de los huracanes Francine (Louisiana) y Milton (Florida), una sede en cada lugar. Más de 1300 propietarios han recibido ayuda hasta la fecha (14 de oct.), entre estas ocho bases de socorro.
También hemos coordinado una respuesta masiva de vuelos de socorro tras el huracán Helene, completando más de 200 misiones en helicóptero y aviones de ala rígida para repartir provisiones de emergencia en el oeste de Carolina del Norte y el este de Tennessee. Atravesando los cielos, hemos entregado alimentos, agua, combustible, generadores eléctricos, calefactores, lámparas solares, mantas y sistemas Starlink para cuarteles de bomberos rurales, iglesias y comunidades aisladas por la tormenta. Samaritan’s Purse también está transportando ayuda en vehículos. Por último, nuestra respuesta integral a Helene ha incluido el suministro de oxígeno para quienes no tienen electricidad y la provisión de agua para los necesitados.
La necesidad es grande, pero nuestro Dios es más grande; Él está obrando de maneras maravillosas. Alabado sea el Señor porque, a través de estas ocho respuestas, hemos visto que 145 personas se acercaron a la fe en Jesucristo, hasta el 14 de oct.