Una iglesia nueva se erige en la isla Nunivak, Alaska. Conoce a algunos de los ancianos cristianos de la aldea de Mekoryuk.
Nunca ha sido un logro fácil construir un edificio grande en la isla Nunivak, en Alaska. Todavía no lo es. Por esa razón, la obra de este año en la nueva Iglesia Mekoryuk Covenant (que los voluntarios de Samaritan’s Purse concluirán en más de cuatro meses) es un hito importante para la comunidad nativa alasqueña.
Antes de los aviones, las corrientes poco profundas y cambiantes del Mar de Bering que rodeaban a la isla resultaban sobrecogedoras para las embarcaciones oceánicas. El primer mercado fronterizo de Nunivak fue creado bastante tarde en su historia, en 1920. La primera escuelita, en el asentamiento de Nash Harbor, llegó en 1923. El primer edificio de una iglesia data de los años 1930. No fue fácil para el pueblo Cup’ig lograr que trajeran materiales desde afuera, y la madera que arrastraban las corrientes no siempre estaba disponible.
En 1957 se tendió una pista de aterrizaje de hormigón cerca de la aldea de Mekoryuk. El segundo edificio de la iglesia se construyó ahí poco después, a comienzos de la década de 1960. Fue una época de cambios rápidos para la cultura y, sin duda, la pista de aterrizaje desempeñó un papel útil.
Pero es una pista pequeña, no un aeropuerto, y los pilotos necesitan visibilidad para hacer los descensos bruscos. Nunivak (con sus vientos y nubosidad) no es famosa por su buen clima, ni siquiera durante los veranos, mucho menos durante los inviernos largos y oscuros. Por eso, realmente hay que tener ganas de ir a Nunivak para llegar, incluso hoy en día. Y volar (ya sea para trasladar personas o para transportar materiales para construir) no es barato, lo cual limita las nuevas construcciones en la comunidad.
A pesar de todo, el tercer edificio de la iglesia en la historia de Nunivak se levanta al borde de Mekoryuk. De hecho, en menos de un mes estará finalizado y consagrado para la gloria de Dios. Pese al clima riguroso y a los muchos obstáculos logísticos, nuestro trabajo allí va bien. Los equipos de voluntarios de Samaritan’s Purse que sirven en tandas desde el mes de junio están manteniendo la construcción según lo programado, todo esto mientras finalizan los proyectos de reparación en las viviendas de la comunidad y comparten el Evangelio.
El entusiasmo crece entre los 200 habitantes de la isla. El nuevo edificio será el centro de muchas reuniones (adoración, casamientos, funerales, celebraciones) durante, quizás, los próximos 100 años.
El pueblo de Mekoryuk, que actualmente es el único asentamiento de Nunivak a lo largo de todo el año, luego de que Nash Harbor fue abandonado a comienzos de la década de 1970, se enorgullece de su idioma único (el cup’ig) y de la cultura cazadora y pescadora de los isleños. También valoran la presencia de esta iglesia en su comunidad. El núcleo fiel de adultos mayores de la congregación se preocupa profundamente por el Evangelio y también por las generaciones más jóvenes. Decenas de niños y jóvenes asisten a los eventos dominicales, y su hambre de Dios es una buena señal para el futuro de este lugar.
Perfiles de fe
Para entender a una iglesia, uno tiene que conocer a los miembros de la congregación, el cuerpo. La Iglesia Mekoryuk Covenant está compuesta por hombres y mujeres que han luchado y vencido a un entorno singular. Aman de verdad al Señor y se aman unos a otros. A continuación, presentamos a algunos de los ancianos cristianos que consideran a Nunivak su hogar. Hay muchos otros que tienen testimonios, y se podrían sumar muchos más a estas historias breves.
Samson y Lydia Weston
Cuando uno entra en la casa de Samson y Lydia Weston, rápidamente nota al menos dos letreros: “Quien se arrodilla ante Dios puede estar de pie ante cualquiera” y “Gracia sublime”. Estas pocas palabras dicen mucho sobre sus vidas.
Hace ocho décadas, Samson nació en una familia del “campamento de pescadores” (uno de los numerosos sitios de pesca de verano), en la parte sur de la isla Nunivak. En aquella época, muchas familias no podían alimentar a su familia, dijo, así que era común que la gente adoptara niños. “Fue difícil, me dijeron”, relató Samson. Pronto fue recibido por una familia cristiana, los Weston de Nash Harbor, que luego llegarían a ser misioneros entre otros nativos alasqueños.
A Samson le fue bien en la escuela: se fue de Nunivak a la Mount Edgecombe High, en Sitka. Inmediatamente después de graduarse (1964), fue contratado por la Agencia de Asuntos Indígenas y trabajó durante muchos años en el departamento de supervisión de mantenimiento de escuelas Kuskokwim Delta de Alaska. Se casó con Lydia en 1966.
Ahora, Samson sirve en el consejo de la iglesia; sin embargo, antes de 1985, casi nunca asistía a los servicios de adoración. Lydia, por otra parte, ha seguido a Jesucristo desde el día en que, siendo muy joven, lo recibió como su Señor y Salvador. Oró durante años por su esposo. Ambos se sorprendieron por cómo Dios contestó sus oraciones.
A mediados de la década de 1980, un médico le dijo a Samson que necesitaba una cirugía de corazón. Él se puso ansioso por el tema y preguntó qué sucedería si no se sometía al procedimiento. Según su recuerdo, el doctor le dijo: “¡Será el fin para usted!”.
Entonces, Samson fue operado en San Francisco y volvió a Nunivak, pero hubo algunas complicaciones. Luego lo trasladaron a Bethel, y pensó que iba a morir. Le preguntó al doctor responsable: “¿Usted cree en Dios?”. El doctor dijo: “Sí, así es”.
En ese momento, Samson, que había escuchado el Evangelio en su infancia, oró al Señor en su corazón, confesó sus pecados y le pidió perdón. “Fue entonces cuando todo cambió para mí”, dijo.
Como cristiano fiel desde hace unos 40 años ya, Samson ayudó a encabezar la reciente iniciativa de construir una iglesia nueva. La segunda iglesia “no estuvo tan bien construida como debería haber sido, por los materiales que había en ese momento”, dijo. Cuando Samaritan’s Purse aceptó construir una nueva iglesia este año, fue la respuesta a muchas oraciones: por seguridad, por tener un espacio, por un nuevo comienzo. El edificio moderno y más grande, con su cimiento triodético y otros elementos de alta calidad, debe mantenerse firme y adaptarse a las necesidades de la congregación durante los años venideros.
Samson, en particular, espera con ansias las nuevas aulas para los niños de la iglesia. “Realmente, estoy orgulloso del programa de la escuela dominical. Los niños están entusiasmados”, contó. Lydia también es apasionada por los niños y ayuda a traducir planes de estudio del inglés al cup’ig en la escuela de Nunawarmiut.
Samson y Lydia alojaron y dieron de comer a nuestro equipo de avanzada a fines de esta primavera. Samson también trabaja con ganas para ayudarnos cuando los aviones de Samaritan’s Purse aterrizan dos veces por semana en la pista cerca de su casa.
“Todas las mañanas miro la iglesia nueva desde la ventana de nuestra cochera”, dijo Lydia. “Dios escuchó nuestra oración”.
Prudy Olrun
“La señorita Prudy,” como la conocen hoy en día, nació en 1940 en la isla Nunivak. Su padre falleció cuando ella era muy pequeña y su madre volvió a casarse con un hombre de Nash Harbor, donde la familia vivió en una casita semisubterránea, una estructura refugio del estilo tradicional Nunivak. Recuerda que de niña se quedaba en el cuero de un reno, como colchón, y escuchaba cuando sus padres reunían a su gran familia para orar y cantar en cup’ig.
“Yo sabía que había guerreros de oración”, recuerda Prudy. “Cuando había iglesia, todos teníamos que ir”.
Su madre y su padrastro fallecieron tempranamente, y ella pasó los últimos años de su niñez yendo y viniendo entre Nash Harbor y Mekoryuk con el grupo de trineos tirados por perros de sus hermanos. Sus hermanos mayores ayudaron a criarla.
“Creo que era una malcriada”, dijo de sí misma cuando era una niña. Eso parece no concordar con la personalidad agradable que tiene actualmente, pero es mejor confiar en su palabra.
Cuando era joven, Prudy se casó con Daniel Olrun, quien fue el amor de su vida durante 60 años, hasta que falleció en 2020 (en el cumpleaños de ella). Él también venía de una familia de fe. Prudy recuerda con cariño que la madre de Daniel trabajaba con ella y con muchos otros niños de la aldea, practicando versículos bíblicos los sábados para prepararse para los servicios dominicales. El abuelo de Daniel fue uno de los líderes de la iglesia en su época.
Prudy y Daniel se alejaron de la fe de sus padres cuando, al comienzo de su matrimonio, se mudaron de Bethel a Alaska continental. Consumían alcohol y “no podían parar”, dijo Prudy. Asistían a la iglesia en muy raras ocasiones.
Después de una noche de alcohol en la casa de un pariente, Daniel volcó su auto y cayó en una zanja mientras la pareja volvía a su casa por una carretera congelada, a la mañana siguiente. Contentos de estar con vida, la pareja decidió dejar de beber. “No fue fácil”, dijo Prudy, “pero con Dios todas las cosas son posibles. Nada es demasiado difícil para Él. ¡Vaya! Una vida nueva comienza”.
Daniel y Prudy nunca volvieron a ser los mismos. Finalmente, regresaron a Nunivak y siguieron criando a su familia en la iglesia. Posteriormente, Daniel prestó servicio como alcalde de Mekoryuk. En la actualidad, Prudy es una madre, abuela, bisabuela y tatarabuela orgullosa.
Dos de sus hijos, Daniel Jr. y Bea, son miembros y líderes activos de la Iglesia Mekoryuk Covenant. Bea y su marido, Edward Kiokun, el presidente del consejo tribal, trabajan con los jóvenes de la congregación. “Hacen un trabajo hermoso”, dijo Prudy.
Aunque ha pasado por muchas pruebas y penas, Prudy da la impresión de ser tan alegre y agradecida como puede serlo una persona. Su fe en Jesucristo la guía a ser feliz en toda circunstancia (1 Tesalonicenses 5:18). Ella dijo: “Le doy gracias a Dios todos los días por proveer para nuestras necesidades”.
En un servicio de adoración durante este verano, cantó “I’ll Fly Away” (Volaré lejos) con el colaborador de Samaritan’s Purse, Russ Richardson. Él dijo: “Esta es la certeza absoluta de la salvación. En Samaritan’s Purse queremos que todas las personas del mundo escuchen y gocen de esta seguridad, que sepan dónde irán cuando mueran”.
Prudy sabe con seguridad dónde estará su hogar eterno. “Todo valdrá la pena cuando veamos a Jesús”, dijo.
Por favor, oremos mientras nuestros equipos prosiguen con este proyecto de construir iglesias en la isla Nunivak durante las próximas semanas, adelantándose al invierno que se acerca rápido. Oremos también para que las personas de la iglesia (los jóvenes y los mayores) se fortalezcan en la gracia de nuestro Señor Jesucristo.