Orar sin cesar

17 de febrero 2022 – Togo
La Dra. Jennifer Smith y su familia sirven en el hospital Hope en Togo.
La Dra. Jennifer Smith y su familia sirven en el hospital Hope en Togo.

Buscar la ayuda divina del Gran Médico es un ejercicio diario, especialmente cuando aprendemos a tratar con mordeduras de serpientes en un hospital misionero en África.

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Escrito por la Dra. Jennifer Smith, una post-residente sirviendo en el hospital Hope en Togo a través de World Medical Mission.

“Tenemos una nueva paciente. Una niña con una mordedura de serpiente”, anunció la enfermera de la noche.

A estas alturas, las mordeduras de serpientes eran como funcionar en automático. Habíamos pasado por un período donde veíamos, en promedio, dos pacientes con mordeduras por turno. Observas el tiempo de coagulación, das un anti-veneno si el tiempo de coagulación no es normal, luego repites hasta que el tiempo de coagulación es normal y estable.

Dr. Smith cares for a patient at Hospital of Hope.

Dr. Smith cares for a patient at Hospital of Hope.

Ocasionalmente el paciente o la familia añade un poco más de estilo al traer a la consulta la serpiente muerta. En unas cuantas ocasiones, dejaron la serpiente muerta en el suelo, a mis pies. Mi respuesta fue un pequeño grito, un salto hacia atrás y luego correr detrás del mostrador para poner una barrera entre la serpiente y yo, mientras pedía al familiar que se deshiciera de la serpiente. Suelen reírse.

Pero esta niña era diferente. Estaba dormida fuera de casa (por ser temporada de calor y más fresco fuera que dentro) y la había mordido en la cara. Su labio superior estaba hinchado cuatro veces más de lo normal y tenía un hilillo de sangre que salía de la mordida. Sin esperar el resultado del tiempo de coagulación, recibió cuatro viales de anti-veneno. Consulté con un amigo que me recomendó darle dexametasona y vitamina K. Sin embargo, seguía la hinchazón.

A las tres horas, su rostro se había inflamado de modo irreconocible, y la hinchazón amenazaba sus vías aéreas. Estaba tan hinchada que no podía abrir los ojos o cerrar la boca. Saliva teñida de sangre salía de las comisuras de sus labios. Aunque afortunadamente no lo necesitó, pedí a los cirujanos traer un kit de emergencia para entubar junto a la cama, en caso necesario

Aunque la mayoría de los pacientes de mordeduras de serpientes se quedan en cama uno o dos días, ella se quedó ahí varios días en nuestra unidad de cuidados intensivos y algunos más en el pabellón general. Pero mejoró y regresó a casa cuando la hinchazón empezó a ceder.

La noche que fue admitida, aprendí lo que significa “orar sin cesar”. Incluso durante las otras tareas que tenía, y otros pacientes que debía cuidar, atrás en mi mente ardía una continua oración por esta niña: que la hinchazón no comprometiera sus vías respiratorias, por sanidad y que el Señor me diera sabiduría sobre cómo cuidarla.

Han ocurrido más escenarios desde que empecé a trabajar aquí que me han permitido practicar el orar sin cesar. Y aunque preferiría no estar en tan estresantes situaciones, agradezco por el recordatorio frecuente de mi dependencia en el Señor y por Su buena promesa de siempre estar conmigo. Agradezco que, aunque las cosas parecen fuera de control, puedo confiar que el Señor, a final de cuentas, está en control.

“Puedo confiar que el Señor está, a final de cuentas, en control”.

También damos gracias pues hemos sido testigos de los primeros bautismos, dese que llegamos en enero 2021. Celebramos con un hermano de Togo que hizo pública su fe, junto con los dos hijos de una familia misionera en nuestro equipo, y una hija adulta que vino a visitar a sus padres. Celebramos sus bautismos en el “estanque de hipopótamos” con la familia local de hipopótamos a unos 45 metros de nosotros.

Cada testimonio que escuchamos fue hermoso; una muestra de cómo la verdad de Dios, Su amor y gracia, alcanza a los que están cerca y lejos de nosotros, desde nuestros hijos, a los que están atrapados en una religión tradicional y cultura animista, ajena a nuestra experiencia.

“Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”. (1 Tesalonicenses 5:16-18)

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Programa de post-residencia El programa de post-residencia World Medical Mission es un programa completamente financiado por dos años para doctores cristianos y sus familias, que han recibido un llamado para las misiones médicas. Inmediatamente después de terminar su residencia, los doctores son enviados a un hospital misionero para servir con su especialidad, junto a misioneros médicos experimentados. Nosotros proveemos ayuda logística y financiera a estos hombres y mujeres jóvenes que atienden a los pacientes y les comparten el amor de Jesucristo.

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