El proyecto de construcción de una iglesia en el condado de River Gee, Liberia, representa el nacimiento de un país más fuerte.
Durante décadas, los habitantes de esta aldea liberiana han esperado el tañido de la campana de la iglesia en lo alto de la colina, los domingos a la mañana. Un miembro joven de la iglesia toma una vara de metal y golpea un plato de acero que cuelga entre dos postes de madera. Puede oírse a casi dos kilómetros a la redonda.
Sin embargo, el repique de hoy indica algo nuevo en la vieja campana: un servicio religioso, sí. Pero también algo más.
Muchas de las familias, vestidas con su mejor ropa dominical, caminan por los caminos polvorientos que llevan a la Iglesia del Templo de la Misericordia de Dios en Cristo, una congregación tradicional en Sweaken, en la región sudeste del condado de River Gee, Liberia.
Hoy es el día de la dedicación del edificio nuevo de su iglesia. Es una celebración y un testimonio de la bendición de Dios en muchos sentidos, incluida la nueva fortaleza de la comunidad.
Un trabajo difícil pero jubiloso
El techo de zinc y las columnas de la nueva iglesia fueron provistos por Samaritan’s Purse, así como algunos de los materiales para instalar las letrinas. Pero todo lo demás lo aportaron los miembros de la iglesia, que juntaron los materiales de la tierra. Lograr abastecerse de materiales para la construcción de manera local no es un simple ideal por estos lados. Es una necesidad para fortalecer a las comunidades que hacen grandes esfuerzos por restaurarse, después de la abrumadora guerra civil que culminó hace casi 20 años.
Richard, un miembro de la iglesia de toda la vida, es pescador y granjero. Cada mañana, revisa sus trampas para ver qué atrapó el día anterior. Con esto mantiene a su familia, además de una combinación de mandioca, maíz y otros cultivos que él siembra y cosecha.
Con sus ganancias también ayuda económicamente a la iglesia, ya que da un porcentaje de todo lo que el Señor le da. Durante el último año, su canoa también demostró ser muy valiosa para el proyecto de construcción de la iglesia.
“Una mano lava a la otra, y las dos lavan la cara”, dijo Richard, relatando entusiasmado cómo la nueva construcción requirió de mucha arena y mucha agua, las cuales él ayudó a suministrar. “Queríamos proveer lo que pudiéramos proveer. Yo salía a remar al río, cargaba paladas de arena en mi canoa y regresaba remando. Todos lo hicimos. Luego, las mujeres cargaban la arena hasta el lugar”.
El año pasado, durante muchos días y semanas, y dejando de trabajar en sus granjas y en la pesca, los hombres salieron con sus canoas a palear. Una hilera de más de 30 mujeres, dirigidas por Rozetta, la esposa del pastor, cargaron baldes con arena y con agua desde el río hasta lo alto de la colina.
La arena se usó para crear los cimientos y el piso. El agua del río Gee fue mezclada con la tierra colorada que los rodea para formar los ladrillos endurecidos al sol para las paredes.
“Fue un trabajo arduo y agotador”, dijo Rozetta. “Pero un fue un trabajo jubiloso, y Dios nos sostuvo”.
John Luseni, miembro del personal de Samaritan’s Purse que trabaja con nuestro proyecto de colaboración en River Gee, dijo que el edificio nuevo representa un gran paso para la comunidad.
“Cuidarán el edificio porque saben lo difícil que fue conseguir la arena y cuánto les costó a las mujeres llevar la arena hasta el patio de la iglesia”, dijo. “Se involucraron completamente. Este es un gran cambio en este país. Nunca dijeron: ‘No, no tenemos arena. Es difícil conseguir arena’. Determinaron que traerían la arena. Eso generó responsabilidad. Si tú haces las cosas por mí, luego podrás controlarme. Pero si yo hago las cosas por mí mismo, yo soy el dueño”.
Redimir a un país dividido que todavía sufre
Sweaken queda muy lejos de Monrovia. Pocos recursos llegan a River Gee, excepto los necesarios para exportar los minerales de la región hacia otros países. Apenas unos kilómetros a las afueras de la capital del condado, Fish Town, el pavimento se termina y comienza una huella sin asfaltar y, a menudo, fangosa que va hacia las aldeas.
Durante muchos años, nuestros equipos han ayudado a River Gee con agua, saneamiento e higiene, medios de subsistencia, salud materno-infantil, alfabetización y la construcción de iglesias. Tanto la guerra civil como el ébola han dejado cicatrices que seguirán impactando a las próximas generaciones.
Pero las semillas, finalmente, están produciendo frutos, luego de muchos años de fortalecer a la comunidad y de capacitar a la iglesia para que se movilice. La Iglesia del Templo de la Misericordia de Dios en Cristo es solo un ejemplo de las iglesias con las que Samaritan’s Purse está asociado. Ellos trabajan con nosotros en los proyectos de medios de subsistencia y otras tareas, y mantienen el enfoque en el evangelismo. A través de ellos, el Evangelio de Jesucristo es proclamado tanto en palabras como en hechos; por consiguiente, trae salvación y crea comunidades más fuertes y llenas de luz.
Daniel Ruiz, director nacional de Samaritan’s Purse para Liberia, dijo que sus esperanzas para este país de África Occidental está en estas congregaciones pequeñas, incluso en las que están en las zonas lejanas. “La oración es que, por medio de estas iglesias y estas comunidades, el país sea transformado”, dijo.