Un chamán y su comunidad experimentaron el amor de Dios a través de Operation Christmas Child. Desde entonces recibió a Jesucristo y una iglesia ha comenzado en la región.
Ogouleroun se unía con los otros aldeanos para celebrar a Jesús y celebrar a Dios por oraciones contestadas, una era que la reina no cayera hasta que los servicios dominicales terminaran. La choza estaba construida para sombra, pero una lluvia fuerte arruinaría los libros y las siillas que traían cada domingo.
La generosidad abre puertas barricadas
Ogouleroun sobrepasa a los de la aldea por razones además de su altura. Principalmente porque llegó a ser el chamán del pueblo, un puesto de prestigio y poder heredado de su padre y que va por cuatro generaciones.
Como sacerdote de los dioses de la gente, tenía mucho peso para guardarlos del peligro de la influencia exterior.
“Estaba protegiendo la vida tradicional y eso implica aplacar los dioses de su religión”, dijo el pastor Michele, que trabajó para buscar cómo entrar al pueblo Holi de la región. Ogouleroun, en muchas maneras era más importante que el jefe y los ancianos, era un obstáculo y un pilar en la comunidad.
El año pasado, el pastor Michele consideró la idea de un evento evangelístico de Operation Christmas Child en la aldea.
“Al principio, Ogouleroun pensó que era un truco. Se resistió. No podía creer que alguien trajera regalos gratis a los niños”, dijo el pastor Michele, recordando el miedo que expresaron los aldeanos sobre la venida de la iglesia que quizá les pediría algo a cambio. “Así que cuando vio los regalos y lo que había dentro, supo que no era un truco”.
Docenas de niños asistieron al evento evangelístico, incluyendo los nietos de Ogouleroun. Desde entonces, Dios ha usado ese evento y las cajas de regalos para abrir las puertas al Evangelio de Jesucristo.
Dios ha obrado en la aldea en maneras que han sorprendido al pastor Michele y otros líderes de una región cercana. Ogouleourn fue la primera persona de paz para al ministerio. Permitió y animó las clases de La Gran Aventura semanas después del evento evangelístico. Y cuando el jefe de la aldea ofreció un terreno para la primera iglesia de cientos de hectáreas, Ogouleroun dijo finalmente “sí” a la iglesia y a Dios. Confió en Jesucristo como Señor y Salvador.
Ahora, canta para el Señor mientras atiende servicios en la iglesia que él y su familia resistieron durante décadas. Es asombroso para sus vecinos. Muchos, justo un año atrás, caminaron por el angosto sendero a su vivienda para buscar ayuda de dioses fetiches.
Diciendo “sí” a Jesucristo
Al acercarse a su casa, todavía hay señales de su vida anterior como un chamán. Hay ollas de barro rotas que ensucian el camino. Estructuras y marcas en los árboles donde antes colgaban talismanes como recordatorios de la vida que una vez tuvieron Ogouleroun y su familia.
Pero quebraron estas señales de su vida antigua, incluyendo una estatua que representaba su dios principal.
“Era nuestro dios. Nuestro rey” dijo Ogouleroun. “Mi rey era un fetiche. Un ídolo. No podía imaginar que hubiera un mejor rey y por eso me resistía a la iglesia”.
Creyó que las oraciones y los rituales que hacía para el ídolo eran la única manera de sacar el miedo y la incertidumbre de la vida. y aun así tenía sueños terribles, las cosechas fallaban y debía socavar sus miedos con la bebida.
Pero el acto de generosidad de los cristianos que trajeron los regalos de Operation Christmas Child abrió sus ojos a la posibilidad que se había estado resistiendo a un mejor rey. En conversación con el pastor, Dios empezó a cambiar el corazón de Ogouleroun hacia Jesús.
“El diablo era mi rey”, dijo Ogouleroun, recordando el día que renunció a su vieja vida. Oró ese día a Jesús. La misma noche durmió y las pesadillas no regresaron. Esa semana, dejó de emborracharse. Ese mes, empezó a destruir todas las marcas de su antigua vida oscura. “Nadie pudo obligarme a creer que Jesús era un mejor rey, así como nadie podía convencerme cuán dulce o salada es la comida. Debes probarlo por ti mismo para comprender”.
Por la gracia de Dios, los sueños pararon, así como la bebida y su cosecha de papaya ese año fue mejor que antes. Todo esto fortaleció la nueva fe de Ogouleroun y su testimonio.
Y un domingo reciente, casi un año desde que la iglesia apostólica de Cristo tuvo su primer servicio, Ogouleroun, ahora un anciano de la iglesia, disfrutaba otra oración contestada: contener la tormenta hasta el último himno.
Cuando la lluvia finalmente cayó, todos guardaron las cosas valiosas y él rio con fuerza por el exacto tiempo.