Los eventos evangelísticos de Operation Christmas Child incentivan a los niños de Acapulco y a sus familias a poner su esperanza en Jesucristo luego de la tormenta.
Esmeralda despertó de un sobresalto a su hija Fernanda mientras el huracán Otis bramaba sobre su pueblo a las afueras de Acapulco. Las palabras suaves poco sirvieron para calmar los temores de la niña de 10 años cuando vio el rostro aterrado de su madre, especialmente cuando el techo de chapas de metal se desprendió.
“Les dije: ‘Nos quedaremos aquí y nada va a pasar. Estamos bien’”, contó Esmeralda. “Pero tuve más miedo que nunca en mi vida”.
Horas antes, cuando Fernanda se durmió, apenas era una lluvia suave. Ahora, Otis se había transformado en una tormenta de categoría 5, la más fuerte que alguna vez afectó la costa del Pacífico mexicano.
Hacía mucho frío. Temblaban y oraban mientras se escondían debajo de la cama. El gato de Fernanda las acompañó dando arañazos a los pies de ellas para refugiarse. Entonces, el resto del techo cedió, cubrió la cama y las dejó atrapadas cuando el lodo entró a raudales a través de las paredes de su casa de una sola habitación y llenó el piso.
Todo lo que tenían estaba siendo sepultado, al igual que ellas.
“Ese lodo era horrible”, dijo luego Fernanda, relatando aquella noche que incluyó el heroísmo de su abuelo.
De alguna manera, el hombre debilitado que estaba a cuatro casas de distancia logró llegar junto con otra de sus hijas. Irrumpió en la casa y gritó: “¡Vámonos!”. Quitó la chapa y las sacó a rastras del lodo.
“¡Yo estaba paralizada por el miedo! Pero Dios envió a mi papá”, dijo Esmeralda. “A pesar de que mi papá no puede caminar bien, vino a salvarnos. No sé cómo, excepto que Dios le dio la fuerza para ayudarlo a caminar”.
Huyeron en busca de refugio, caminando inclinados a favor del viento, mientras los techos de chapa pasaban como espadas sobre sus cabezas. Al otro lado del camino, el dueño de un apartamento había refugiado a la abuela, a las tías y los tíos de Fernanda, a otros miembros de la familia y a algunos vecinos. Ahora, Esmeralda y su hija estaban a salvo.
Envuelta en ropas prestadas, Fernanda entró en calor, pero a través de las paredes del apartamento podía oír que los techos seguían desprendiéndose y las casas continuaban llenándose de lluvia y de lodo. Todo el apartamento temblaba por la fuerza del viento.
Luego, hubo calma. El sol salió. Fernanda y Esmeralda pudieron ver a través de la puerta abierta cómo Otis había hecho pedazos las casas de su vecindario. Cuando regresaron a su propia vivienda, solo quedaban las paredes hechas con troncos de palmeras y toscamente clavadas en los postes de las esquinas. Todo lo demás estaba empapado por la lluvia o lleno de lodo.
Bendecidas por el pueblo de Dios
Habían perdido todo: vajilla, muebles, camas y objetos de valor. La ropa de los niños y todos sus libros escolares. Incluso habían desaparecido los preciados cuadernos y crayones de Fernanda.
El huracán de octubre del 2023 se cobró vidas y destruyó hogares a lo largo de las zonas costeras del estado de Guerrero, dejando en ruinas a la ciudad y a los pueblos aledaños. Samaritan’s Purse respondió poco después, trabajando en el nombre de Jesús junto a las iglesias locales para suministrar sistemas de filtrado de agua, refugio, comida, mosquiteros para protegerse contra la fiebre del dengue, y lámparas solares que mantuvieron iluminadas las casas durante la noche en las comunidades que no tenían electricidad.
Luego trabajamos con cientos de iglesias para organizar los eventos evangelísticos de Operation Christmas Child, y compartir la esperanza del Evangelio de Jesucristo y proveyendo cajas de regalos para los niños necesitados; niños que habían perdido todo.
Fernanda y su familia fueron invitados por un pastor local de su vecindario para asistir a unos de estos eventos evangelísticos.
Días después, mientras ella y Esmeralda caminaban desde su casa a la Iglesia Cristiana Filadelfia, a varias cuadras por un camino polvoriento, escucharon música y risas a lo lejos.
Esmeralda vio que Fernanda buscaba asiento con los otros niños. Jugaron juegos y cantaron canciones. Fue uno de los pocos acontecimientos felices que la familia había vivido en las semanas que siguieron a la tormenta y, para los niños, uno de los recordatorios más tangibles de que los cristianos generosos estaban pensando en la población joven de la ciudad.
“Allí encontré a algunos niños de la escuela. Jugamos a un juego divertido que se llama Piojo Juancho. Oramos. Nos enseñaron cómo fueron creados los cielos y la tierra, cómo Dios hizo el agua y los animales, y a Adán y Eva”, relató Fernanda. “También nos enseñaron sobre Jesús”.
Fernanda también se entusiasmó mucho con asistir a las doce lecciones de discipulado de La Gran Aventura, a las cuales la iglesia la invitó durante el evento. Ella podrá aprender más sobre Jesucristo y sobre qué dice la Biblia en cuanto a seguirlo.
Y cuando Fernanda abrió su caja de regalos, junto a decenas de otros niños, sus ojos se abrieron bien grandes por la alegría. Dentro de la caja encontró un barquito de juguete, unos gatitos de peluche, calcetines y lo más fascinante: cuadernos, papeles de colores, crayones y lápices.
“Estaba emocionada porque quería dibujar muchas cosas, como flores y gatos, y una ilustración de cómo Dios nos cuidó durante la tormenta”, dijo. “Mi caja, además, tenía una carta de una niña de 12 años llamada Abel, que quiere que le envíe una carta. Voy a escribirle una carta para darle las gracias”.
Acercarse más a Dios
Esmeralda contó que la tormenta y todo lo que pasó después de la tormenta, especialmente el amor que le manifestaron la iglesia y Samaritan’s Purse, la han estimulado para reconectarse con Dios y con otros creyentes. Ella también quiere dar ánimo a otras personas heridas, así como otros las animaron y las ayudaron a ella y a Fernanda.
“Es hermoso ver las sonrisas de los niños por causa de los regalos”, dijo Esmeralda. “Para los niños esto es muy importante. Ellos lo recordarán por siempre porque es un momento de la infancia que marca muchas cosas para toda la vida”.
También se ha hecho amiga del pastor y su esposa, dos personas que ella y Fernanda no conocían de antes. Y ahora está entusiasmada con dedicarse a lo que Dios la llama a hacer en su comunidad: recordarle a la gente lo que Dios le hizo recordar a ella en medio de la crisis.
“A veces, las personas pasan por momentos difíciles y necesitan una palabra, o simplemente un abrazo”, reflexionó. “Quiero decirles: ‘Jesucristo te ama y está contigo, aun en los momentos difíciles’. Dios nos ha mostrado que hasta en los momentos más complicados, Él trae a las personas correctas. Estas cajas de regalos y la iglesia son una bendición para nosotras y para toda esta comunidad”.