Los equipos de Samaritan's Purse dirigen clases bíblicas para niños y niñas en varias comunidades de inmigrantes para recordales que Dios los ama y que no se ha olvidado de ellos.
Hace tres años, cuatro hermanos emigraron desde Venezuela a Colombia con su madre, en busca de mejores condiciones de vida. Estaban entre los muchos venezolanos que huyeron de su país natal, ya que este experimentaba una crisis económica que dificultaba conseguir comida y medicamentos.
La familia se asentó en Bucaramanga, ubicado al norte de Colombia, donde los inmigrantes han construido estructuras improvisadas hechas con madera y plástico, por lo cual los días lluviosos son particularmente complicados. Dado que la casa de los hermanos no está impermeabilizada, toda pertenencia que tienen suele mojarse.
A pesar de los desafíos, los hermanos (Solmary, 13 años; Alejandro, 8; Uriel, 5 y Babi, 3) no se han perdido una clase del programa de educación infantil de Samaritan’s Purse porque quieren aprender más de Dios.
Los equipos dan clases bíblicas a los niños inmigrantes venezolanos (de 4 a 17 años), tres veces por semana. Los niños aprenden sobre los temas bíblicos como el carácter de Dios, la salvación, la oración y la adoración, además de cómo demostrar a otros la bondad, el respeto y un espíritu de generosidad. También brindamos una guía de prevención contra el tráfico de personas.
Muchos de los niños mayores asisten a la escuela en la zona, pero nuestros maestros están ayudando a algunos de los más pequeños a aprender a leer y a escribir mientras estudian la Biblia.
No es raro que los niños lleguen a clase tristes y retraídos, oprimidos por las luchas diarias que sus familias pueden estar experimentando. Es posible tengan hambre por no tener suficientes alimentos para comer, dijo Diego Paez, el coordinador del ministerio de Samaritan’s Purse en Bucaramanga.
Para combatir esto, les proveemos un bocadillo en cada clase, les damos un abrazo y les decimos cuánto los ama Dios. Hacia el final de la clase, su actitud a menudo se ha transformado, dijo él. Sonríen, cantan canciones y hacen manualidades, disfrutando del tiempo destinado a ser simplemente niños.
Varios niños han orado para recibir a Jesucristo como su Salvador, dijo Páez.
Cantar una canción nueva para el Señor
En Cúcuta, Colombia, cerca de la frontera con Venezuela, Samaritan’s Purse está desarrollando un ministerio de niños similar en tres comunidades.
Rubén, de 10 años, y su hermano asisten a la clase en una iglesia local. Como aspirante a músico, a Rubén le encanta observar a su maestro cuando toca la guitarra durante las canciones de adoración. Las lecciones sobre Dios lo inspiraron a convertir en canción el Salmo 104:24: «¡Oh SEÑOR, cuán numerosas son tus obras! Todas ellas las hiciste con sabiduría».
“Siento una conexión con Dios cuando estoy aquí”, dijo Rubén sobre las clases.
Algunos alumnos han escrito canciones de agradecimiento para sus maestros, expresándoles cuán importantes han sido las clases para ellos.
“Es asombroso ver el entusiasmo de los niños por participar en cada actividad; realmente disfrutan las canciones, los juegos y las enseñanzas”, dijo Martha Chinchilla, miembro del personal que sirve en el programa de nuestro ministerio de educación cristiana. “También se los incentiva a aprender versículos bíblicos y a recitarlos a la semana siguiente”.
“Los niños expresan un deseo nuevo por orar y cantar a Dios”, dijo. “También manifiestan un mayor interés por conocer la Palabra de Dios. Han pedido que les dieran Biblias y las reciben con gran gozo”.