Los proyectos de agua, salubridad e higiene restauran comunidades y multiplican la obra del Evangelio en el país de África Occidental.
Sylvester sonríe al ver el balde rebosante de agua potable y apta para beber que él acaba de llenar del pozo más nuevo en el condado River Gee, Liberia. Construido en la escuela primaria Nyantujah donde asisten sus propios hijos, el agua dulce les cambiará la vida a los alumnos y a la comunidad.
“Estoy feliz porque los niños de esta escuela y de esta aldea no deban preocuparse por enfermarse con agua contaminada”, dijo Sylvester, mientras trabajaba con más de doce voluntarios provenientes de las aldeas vecinas. Ellos pasaron la mañana con el equipo de agua, salubridad e higiene (WASH, por su sigla en inglés) de Samaritan’s Purse para finalizar la obra, luego de meses de trabajo. La bomba manual era la última pieza fundamental, y acababa de llegar.
Cuando Sylvester tenía la edad que tienen sus hijos ahora, se vio obligado a huir de su casa más de una vez. Semanas después, cuando regresaban, encontraban que todos los pozos estaban contaminados y todas las bombas habían sido destruidas. A lo largo de toda Liberia, había comunidades sin pozos ni letrinas. No había ningún lugar suficientemente alejado de Monrovia, la capital del país, que no fuera alcanzado por la guerra civil.
Él está agradecido a Dios porque sus hijos no necesitarán vivir semejantes acontecimientos y porque Samaritan’s Purse está ayudando a las aldeas a crear nuevos futuros, llenos de salud y de esperanza.
Ayuda para el presente y a largo plazo
Sylvester y sus compañeros voluntarios se quedaron para que nuestro equipo les enseñara a ensamblar la bomba repararla en el futuro.
Dexter Cassell, un agente de capacitación de nuestro programa WASH en Liberia, dijo que producir el pozo y fomentar la participación comunitaria garantizan que el pozo durará muchos años. Darles la capacitación también genera oportunidades para que los miembros de la comunidad se conecten entre sí y para que nuestros equipos compartan el Evangelio con el grupo.
“Queremos que el trabajo que hicimos en esta comunidad cause un impacto en las personas a largo plazo, muchos años después que Samaritan’s Purse se haya ido”, dijo Cassell. “Por ese motivo, les hemos enseñado cómo armar la bomba y cómo repararla fácilmente. También queremos que escuchen el Evangelio, que crean y que vivan según el Evangelio de Jesucristo. Así que no solo vinimos a construir un pozo. Y no solo vinimos para predicar el Evangelio. No. Construimos los pozos, hicimos las letrinas, edificamos iglesias para que puedan escuchar el Evangelio. Cuando nos vamos, ellos ven la obra de Samaritan’s Purse, pero alaban a Dios por lo que él ha hecho aquí”.
Sylvester escuchó atentamente las instrucciones de Cassell mientras se sumaba a otros para ayudar a bajar la bomba. Luego, volvió a escuchar con atención, esta vez al sonido de la palanca al extraer los primeros borboteos de la napa subterránea de agua a cinco metros de profundidad. Por fin el agua brotó libremente, y Sylvester prorrumpió en aclamaciones.
“Samaritan’s Purse nos dio agua potable para beber. Estoy contento porque esto significa que nuestros hijos estarán sanos”, dijo Sylvester, alabando a Dios por este nuevo regalo.
Compartimos el Evangelio y vemos los frutos
A varios kilómetros de distancia, en Tarworken, un equipo de Samaritan’s Purse está ayudando a la comunidad luego de que su pozo se deteriorara, lo cual obligó, durante los últimos meses, a que la gente tenga que recolectar aguas sin tratamiento de un pequeño estanque alimentado por un manantial.
En una iglesia local, organizamos un evento de evangelismo para entregarles a los aldeanos unos sistemas de filtrado doméstico, mientras se reconstruye su infraestructura. Durante nuestra capacitación, el pastor les contó la historia del Buen Samaritano. Compartió el Evangelio de Jesucristo. Y allí, el equipo conoció a un padre llamado Weah.
Weah se había resistido al Evangelio durante mucho tiempo. Había dejado de ir a la iglesia con su esposa y sus dos hijos, y solía embriagarse.
Pero luego de ver la demostración del amor de Dios mediante la entrega de los filtros para el agua que hizo nuestro equipo, y de escucharlos compartir sobre la salvación eterna a través de Jesucristo, se arrepintió y se acercó a la fe en Cristo.
“Me sentía alejado de Dios. Me di cuenta de que no estaba listo para conocer a Jesús; pero ahora sí lo estoy”, dijo él. “Lo recibí en mi vida”.
Ya sea instalando un pozo, dirigiendo una capacitación para el desarrollo comunitario o colaborando para construir una casa de adoración, todo lo que hacemos señala a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
“No estamos aquí solamente para realizar un proyecto”, dijo Cassell. “Predicamos el Evangelio de Jesucristo, y muchas personas se han acercado a la fe en Dios”.