Dios obra en el matrimonio de una pareja militar durante su semana en Alaska.
El sargento de los Marines, Austin Dickinson, y su esposa Cass, de la Fuerza Aérea, estaban a unos pasos de la catarata a donde habían caminado. Fueron del barco a la orilla pedregosa del lago Clark en Alaska, por un camino hasta el club del diablo a una ensenada donde el agua brotaba desde una pendiente.
Los Dickinson disfrutaron el tiempo de exploración en una cascada cerca de lago Clark.
Se sonreían el uno al otro, sintiendo la bruma refrescante de la caída de agua y disfrutando el sonido relajante. Recordaron después esa caminata, e hicieron conexiones con el escepticismo creciente de Austin sobre el amor de Dios, que lo llevó al límite más apartado del gozo durante mucho tiempo.
Esa misma noche, el lunes después de la caminata, Austin decidió avanzar. En conversación con los capellanes de Operation Heal Our Patriots, recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador. Cass, quien ya era creyente de años, aceptó bautizarse por primera vez a su lado.
Austin dijo que antes de venir a Samaritan Lodge Alaska había experimentado cinismo en cuanto al cristianismo.
“Asistíamos a la iglesia, pero me cansaban las personas que no sabían nada de mí pero me decían cómo vivir mi vida”, dijo Austin. “Pero aquí hay paz y amor. No he experimentado tanta tranquilidad desde antes de la guerra”.
Tranquilidad después de la guerra
Austin primero se desplegó a barcos navales y luego a Kuwait, pero en 2006 y 2008 fue a Irak y Afganistán. En Afganistán experimentó las pérdidas y dolor más grande, pero no se permitió reconocer o sentir o hablar de lo que había visto.
Explorar la belleza de la creación en Alaska los acercó a Dios y al otro.
“Ni siquiera era infantería. Era un mecánico que reparaba helicópteros CH53 Super Stallion”, dijo. “Podía mantener a los helicópteros en toda clase de condiciones. En cuatro meses en Afganistán lo hice para evacuaciones. Los destrozaban. Entonces nos llevaron a un grupo de mecánicos y pilotos para ver la maquinaria y recoger a los heridos”.
Cada día veía la destrucción de la insurgencia mientras trabajaba como mecánico aéreo en convoyes que evacuaban a los Marines que habían muerto o estaban heridos, ya fuera por morteros o artefactos explosivos improvisados. En su último despliegue, un autobús en el que iba fue golpeado por artillería, y le provocó una herida cerebral traumática.
Regresar a casa fue lo más duro. Ahí es donde los síntomas de estrés post traumático y la lesión cerebral alteraron su vida.
“La culpabilidad del sobreviviente es real”, dijo Cass. “Austin se preguntaba por qué era tan especial que debía volver a casa mientras tantos otros no”.
Austin dijo que hacía cosas locas para volver a sentir la adrenalina de la guerra y dejar de pensar.
Remar en el lago Clark es una de las muchas actividades que las parejas disfrutan.
“Empiezas a hacer cosas estúpidas, como andar en bicicleta a alta velocidad en la carretera a las dos de la mañana”, dijo. “Solo quieres sentir lo mismo otra vez”.
También tuvo ideas locas como las de quitarse la vida para que el dolor emocional y las imágenes desaparecieran.
“Despiertas en la mañana y te preguntas: ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué molestarse?”
En Alaska, sin embargo, la pareja experimentó esperanza eterna para sus vidas y su familia.
Durante las clases de enriquecimiento para matrimonios dirigidas por los capellanes, los Dickinson decidieron que su lema sería: “todo cumple un ciclo”.
“Si no hubiéramos experimentado lo que hicimos, no podríamos aprender sobre Dios”, dijo Cass. “Así que Dios usa esas experiencias para bien. Porque todo cumple un ciclo”.
El jueves por la noche en Alaska, los Dickinson quemaron una lista de cargas que deseaban dejar atrás. El viernes re-dedicaron su matrimonio a Dios y se bautizaron en las frías aguas del lago Clark.
Austin y Cass planean ir a una iglesia con sus vecinos cuando regresen a South Carolina.
“Nos invitaron hace tiempo”, dijo Austin, y para sorpresa de Cass, añadió: “Creo que debemos ir para ver de qué se trata”.
La pareja recibió una Biblia de estudio de Billy Graham firmada por el personal y los voluntarios.
