Operation Heal Our Patriots ayuda al comienzo de sanidad de una pareja de Florida.
El romance adolescente de Sean y Brandy Karpf comenzó un verano mientras ambos trabajaban en el turno de la tarde de su McDonalds local. Pasaron hasta la madrugada apagando el equipo, limpiando y cerrando la tienda.
Algunos romances de la adolescencia se olvidan rápidamente, pero no este que duró tres años y culminó en una boda en agosto 2004. Tenían 19 y 20 años cuando dijeron sus votos.
Adelantémonos 18 años al 3 de junio, 2022, en Samaritan Lodge Alaska. Sean y Brandy se miran intensamente el uno al otro, volviendo a comprometerse a Dios y el uno al otro en una ceremonia pública de re-dedicación conducido por un capellán de Operation Heal Our Patriots.
“Hoy me consagro nuevamente a Dios, a ti y a nuestro matrimonio”, Sean le dijo a Brandy. Pidió perdón, promesas de gracia en el futuro y dijo que mirará lo mejor en Brandy. “Quiero crear nuevos recuerdos”, dijo, “llenos de gozo y risas”. Sobre todo, desea tener un matrimonio construido en Cristo y su Palabra.
Luego, Brandy repite lo mismo entre lágrimas. Se besan.
El que sigan juntos desde 2004 a 2022 —y que se hayan conectado con Operation Heal Our Patriots, el ministerio de Samaritan’s Purse para veteranos heridos— es una “respuesta de Dios”, dijo Brandy.
Antes de llegar a Alaska para una semana de consejería bíblica matrimonial, el matrimonio de los Karpf se desmoronaba. Brandy hacía oraciones desesperadas al cielo, pues este parecía su último chance de hacer que la relación funcionara, para ellos y sus hijos.
Ahora ven que Dios tiene buenos planes para ellos. Sean recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador en Alaska y se bautizó en el lago Clark. La fe de Brandy se vigorizó y ahora están comprometidos a participar en una iglesia saludable de regreso en Florida.
“No solo nos hemos reconectado entre nosotros sino con Dios”, dijo Brandy. “Este viaje nos salvó. Esto implica que nuestros hijos todavía tendrán a su papá y a su mamá”.
Mucho le ha pasado a los Karpf en dos décadas, incluidos siete años de servicio militar, una serie herida y un descenso después de eso. El mirar los retos que han enfrentado es importante para reconocer la mano de Dios obrando y apreciar lo que pasó en Alaska.
Una herida devastadora cambia todo
Dos hijos —una niña y un niño— vinieron rápidamente a los recién casados. Sean, en sus veintes, quería proveer para su familia de cuatro y servir a su país así que se enlistó en 2007. Las guerras en Afganistán e Irak estaban en proceso. Sean pasó un Día de Acción de Gracias en entrenamiento.
Brandy se sintió sola. “Fue difícil cuando Sean se unió al ejército”, dijo Brandy. “No tenía un compañero que ayudara a cambiar pañales”.
No mejoró cuando Sean fue desplegado con la división 82 de aviación a Kandahar, Afganistán, de 2009-2010. Vio los horrores de la guerra y perdió un miembro del escuadrón, muerto en combate, en febrero 2010.
El tiempo voló y en 2012 el soldado regresó a Kandahar. El 15 de junio, patrullando el área, su vida cambió de repente.
“Estábamos entre dos ríos y vi a unos [enemigos] correr por un techo, 300 metros a la distancia”, dijo Sean. “Ya que era el líder de armamento me dijeron que trajera una amra y llevara un grupo de seguridad al techo donde vimos unos tipos correr”.
Sean y su artillero se abrieron paso entre la formación. Desafortunadamente, en el proceso, Sean pisó una bomba y explotó.
“Cuando la bomba explotó, me tuvieron que llevar al otro lado del río más pequeño para que aterrizara un helicóptero y me sacaran de allí”, dijo Sean. Sus compañeros de armas lo pusieron en una camilla, cruzaron el wadi y esperaron. Pero en cuanto llegó el helicóptero, el enemigo abrió fuego.
“Una vez que empezó el fuego, el helicóptero médico tuvo que salir de ahí”, dijo. “Así que, mientras yo estoy en la camilla, mis amigos están en combate con los enemigos en el techo. Pasaron como 5 a 10 minuetos y escuché a otro helicóptero venir y disparar al techo. Luego pudo regresar el transporte médico y recogerme”.
Malherido, Sean fue llevado a Alemania y luego al centro médico Walter Reed en Bethesda, Maryland. Brandy, que trabajaba en Fayetteville, North Carolina, en ese entonces, corrió al lado de su esposo sedado con sus dos niños de edad escolar.
Después de dos semanas de preguntas, informes y cirugías, Sean autorizó que le amputaron la pierna izquierda debajo de la rodilla. La pareja pasó otro año más en rehabilitación en el hospital. Los niños se quedaron con la mamá de Brandy en Florida todo este tiempo. Cuando finalmente los niños se unieron, fue difícil para la hija. No quería ver a su papá, quien había perdido mucho peso.
Finalmente, Sean se jubiló médicamente del ejército y regresaron a Jacksonville. En 2014, Sean empezó un internado de tiempo completo con el equipo de la NFL de los Jaguares, donde llegó a ser un entrenador asociado de acondicionamiento en las temporadas de 2018-2020. Era un gran trabajo, pero con un costo. Muchas horas, muchos viejas y mucha presión intensa.
“Por lo general estaba bajo constante dolor cuando volvía a casa y se iba a la cama sin cenar. Se dormía, se despertaba y todo se repetía”, dijo Brandy. Ella también tenía un trabajo de tiempo completo y a los dos niños.
Sean continued to fight post-traumatic stress from his combat service, which manifested in both withdrawal and angry outbursts toward Brandy and the children. “Dealing with PTSD, I denied having it for a long time,” Sean said. “Meanwhile I was getting angrier and angrier.” In addition, he faced the physical and emotional challenges of dealing with limb loss and a new prosthetic.
La crisis los lleva a Cristo
En 2019, la familia se mudó a un lugar mejor equipado para Sean y en 2021 Sean consiguió un trabajo menos estresante. Pero en enero de ese año, llegó la peor crisis. Se descubrió que Sean tenía una aventura. Expresó remordimiento, pero ambos cayeron en depresión. Brandy intentó dos veces quitarse la vida. Después, “oró con todo su corazón” y entregó su matrimonio en manos de Dios, pidiendo una señal que la ayudara a seguir a pesar del dolor.
Al día siguiente vio un post en las redes sociales de un amigo sobre Operation Heal Our Patriots, animando a parejas a inscribirse. “Supe que era Dios respondiendo a mi oración. ¡Intervención divina!”
En Samaritan Lodge Alaska, los Karpfs se enfocaron en Dios, su matrimonio y en un pequeño grupo de otras parejas militares enfrentando retos similares.
“Nos estamos acercando otra vez”, dijo Brandy. “Con este retiro, Sean se está abriendo y nos estamos comunicando. En casa, solo está con una mirada vacía”.
Sean concordó: “Me ha ayudado estar aquí para reconectar con Brandy, sin distracciones y mucho tiempo a solas”.
Ambos disfrutaron las caminatas, pescar y contemplar la naturaleza. Sobre todo, se han beneficiado de las clases de matrimonio dirigidas por Operation Heal Our Patriots que traen una perspectiva bíblica a temas de resolución de conflictos, comunicación y perdón.
“Venir a Operation Heal Our Patriots ha dado un nuevo respiro al matrimonio”.
"Sé que las cosas serán diferentes [cuando vayamos a casa] por las herramientas que hemos recibido y las conexiones con otras parejas”, dijo Brandy.
Sobre todo, Dios ha tocado sus vidas con poder. Sean ha sido salvo y Brandy se convenció de acercarse más a Jesús. Experimentar el perdón de Dios y perdonarse mutuamente ha transformado sus vidas.
“Algo tiró de mi corazón. Dios me dijo que esto es lo que tenía que hacer”, dijo Sean. “La única manera de reparar nuestra relación era vivir en Cristo…. Este soy yo rindiéndome”. Ahora confía que Dios está “cuidándonos y quiere lo mejor para nosotros”.
Están emocionados por crecer en su fe como pareja y como familia. “Es lo que necesitábamos”, dijo Brandy. “Venir a Operation Heal Our Patriots ha dado un nuevo respiro a nuestro matrimonio”.