Con decenas de miles de armenios étnicos huyendo de Nagorno-Karabakh, nuestros equipos médicos ayudan a tratar pacientes con quemaduras, sobrevivientes de una explosión, para ayudar a su largo proceso de recuperación.
Edik había perdido la esperanza de volver a caminar alguna vez.
El día del a explosión, había caminado casi veinte kilómetros con su primo, Valeri. Se pararon para llenar sus bidones con combustible, su última parada antes de dejar Nagorno-Karabakh.
“De pronto, salimos volando. Estaba en un tipo de hoyo. Cuando recobré la conciencia, traté de salir, pero no podía encontrar a mi hermano”, dijo Edik.
La mortal explosión de una gasolinera en Nagorno-Karabakh mató a 170 armenios e hirió a casi 300. El estallido dejó a Edik con quemaduras en el 40 porciento de su cuerpo y con profundas quemaduras en su rostro, espalda y extremidades. Sus piernas y manos recibieron la peor parte.
Sin embargo, él no sabía la gravedad de sus heridas y caminó varios kilómetros después. Y es que ya no cargaba bidones vacíos, sino el peso de saber que su familia estuviera bien.
“En ese momento, no creí tener heridas profundas. Pensé que estaba bien. Pero luego no pude comer nada durante tres días, solo agua, y no me podía mover”, dijo Edik.
Combatió el constante impulso constante de rendirse ante el dolor de su cuerpo mientras lidiaba con las heridas. Pero estaba decidido a regresar con su familia.
Respuesta a la crisis
Desde la última escalada del conflicto en Nagorno-Karabakh, más de 100 000 armenios étnicos, entre ellos, Edik y su familia, han huido de la región. La crisis humanitaria se intensificó con la inexplicable explosión de la gasolinera.
“Lo profundas y extensas que son estas quemaduras probablemente sean de las peores que he visto en mis 27 años de experiencia trabajando en el tratamiento de quemados. La cantidad de dolor que hay aquí supera la comprensión humana”, dijo Joany McDougall, una enfermera de nuestro Equipo de Respuesta para Asistencia en Desastres (DART, por su sigla en inglés).
El domingo 8 de octubre, nuestro avión DC-8 aterrizó en Armenia con más de 30 toneladas de ayuda, que incluyen suministros médicos, comida, cobijas y lámparas solares, para ayudar a las familias que sufren por huir de sus hogares. Tenemos a 28 personas en el lugar, incluyendo un equipo de especialistas en quemaduras, que ayudan con las necesidades más importantes a la par de nuestras iglesias colaboradoras y los hospitales.
Desde el principio de nuestra respuesta, nuestros especialistas en quemaduras han tratado a varias docenas de víctimas con cuidados e injertos, y en los casos más severos, con fisioterapia postoperatoria.
“Ha sido como un torbellino, pero en una manera positiva. Dios nos ha traído en el momento oportuno. No hay otras organizaciones aquí para ayudar a los armenios, sobre todo con quemaduras”, dijo Jessica Burger, una fisioterapeuta de nuestro equipo DART.
Las habilidades fisioterapeutas de Jessica son cruciales para que los pacientes recuperen su independencia y movilidad después del daño profundo a piel, músculo y tejidos. Edik fue uno de sus primeros pacientes en la región.
“El dolor era insoportable”
Cada vez que Edik se movía le esperaba una tortura y se desanimaba aún más.
“Después de la segunda cirugía en mi pierna, pensé que no volvería a caminar otra vez pues el dolor era insoportable”, dijo. Las lágrimas corren por sus mejillas mientras recuerda esos días oscuros de las semanas pasadas. “He visto que el dolor físico no se compara con el dolor más profundo que es mental, emocional y espiritual”.
Jessica Burger comprende que su trabajo con los pacientes es primero físico, pero a final del día, espiritual y emocional mientras comienzan el camino a la recuperación. Es un camino largo.
“Mi trabajo es usar el movimiento como medicina para sanar”.
Su trabajo día a día incluye movilizar a los pacientes estratégicamente para ayudarles a fortalecer sus cuerpos y prevenir otras heridas. Para algunos, esto implica sentarse solos. Para otros, caminar otra vez.
“Mi trabajo es usar el movimiento como medicina para sanar”, dijo Jessica.
Jessica dijo que la mayoría de los pacientes con quemaduras lidian con desánimo y depresión. Después de que nuestros equipos empezaron a trabajar, la pesadez se levanta.
“En el cuarto de Edik hay un grupo divertido de chicos. Están dispuestos a trabajar. Se animan mientras otros se ejercitan. La camaradería es sanadora como la terapia porque han experimentado un trauma juntos”, dijo Jessica.
Un paso a la esperanza
En los pocos días que Edik ha trabajado con Jessica, su perspectiva ha mejorado. Aunque las lágrimas corrían por sus mejillas, él comenzó a sonreír. Compartió su avance.
“Le pedí (a Jessica) si me ayudaba a pararme pues no podía”, dijo Edik. “Con su ayuda, pude pararme y hacer unos movimientos por primera vez”.
Después de dos días de trabajar con Jessica, Edik volvió a caminar.
“Dos días atrás, estaba tan deprimido que pensé que nunca saldría del hospital”, dijo. “Pero gracias a Jessica, tengo esperanza. Su optimismo trajo un gran cambio al hospital. Agradezco por su vida. Cuando ella viene, nos trae esperanza. ¡Gracias, muchas gracias!”
Nuestros dos equipos de especialista en quemaduras siguen ayudando a los hospitales armenios con los cuidados intensivos, injertos de piel y fisioterapia, Pero, sobre todo, oran con los pacientes y les recuerdan que Dios tiene un plan para sus vidas porque los ama.
Únete para orar por Armenia. Ora por la recuperación física y espiritual de los pacientes con quemaduras. Ora por nuestro personal de DART que sirve como los pies y manos de Jesús, y traen luz a los pacientes y al personal médico local.