Las vidas de los prisioneros están cambiando a través de la capacitación de agricultura y saneamiento en las prisiones alrededor de Monrovia. Dios está obrando.
“Mi familia me ha abandonado”, dijo, y recordó los años desde el juicio y los años que faltaban hasta que pudiera ver a alguien otra vez afuera. Sin embargo, una parte de él comprendió que sus propias manos lo habían traído ahí “por todas las cosas malas que he hecho”.
Hasta recientemente, pasó casi todo el tiempo solo, con sus pensamientos por compañía.
“Me preguntaba si Dios podría perdonarme o si yo podría ser una persona diferente”, dijo.
No tenía respuesta.
Ayudándolos a experimentar libertad detrás de las rejas
Nuestros equipos conocieron a William este año a través del programa Esperanza para un mejor futuro desarrollado por Samaritan’s Purse Liberia para tratar con los problemas de comida, agua y saneamiento, a petición del sistema penitenciario de Liberia.
A través de nuestra capacitación de higiene y la enseñanza de habilidades y sistemas agrícolas, el programa ha ayudado a que se mejoren las condiciones de higiene y vivienda de la prisión. Los prisioneros han aprendido cómo filtrar su propia agua y cómo tratar el agua sucia.
También han desarrollado las habilidades que se necesitan para convertir pequeñas parcelas de suelo en tierra fértil.
Este programa ha abierto oportunidades para una cosecha espiritual.
“Si les damos una bomba de agua para cultivar comida, pero no les decimos sobre Jesucristo, no les hemos dado nada”, dijo el gerente del programa de Samaritan’s Purse Liberia, Love Gibson. “Por supuesto que estamos aquí para ayudar con sus necesidades, pero a final de cuentas queremos que estos prisioneros conozcan el amor, el perdón y el propósito que Él les ofrece”.
Desde el principio del programa, los prisioneros han estado luchando con su pecado y con la pregunta inquietante de que si el perdón de Dios se puede extender a ellos. Son preguntas que han mantenido a William despierto durante la noche y buscando distracciones durante el día.
Creciendo hacia una nueva vida en Cristo
El programa se lanza en cada ubicación con un concierto de esperanza que trae a músicos y predicadores que animan a los prisioneros y comparten con ellos la esperanza en el Evangelio del Señor Jesucristo. Todos también comparten una comida juntos. Al evento inicial lo siguen oportunidades de capacitación durante varias semanas.
Durante las sesiones de capacitación, los equipos proveen materiales, suministros e instrucción sobre agua, saneamiento e higiene; capacitación ganadera para criar cerdos para obtener carne; técnicas de jardinería e incluso horneado de pan.
Cada visita de capacitación provee oportunidades de ministerio de uno a uno con los prisioneros y el personal, pues todos luchan por sobrevivir dentro de estas instalaciones sobresaturadas.
Durante estas visitas, William empezó a expresar una necesidad imperante en su vida: darle su vida a Jesucristo. William finalmente admitió que el peso era demasiado. Oró ese día para recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador.
“Toda mi vida he culpado a Dios por lo que me pasa”, dijo William. “Cuando estaba allá afuera, no quería dar a nadie mi vida. Era el dueño de mi vida. Era agresivo y estaba enojado”.
El mensaje del programa cambió la visión de William sobre Dios y su propósito en la vida. Su conducta cambió su perspectiva para ser transformado por la Palabra de Dios. Incluso empezó a aprender cómo perdonar a su familia que no lo visita en prisión.
Después de recibir a Jesús, las autoridades de la prisión empezaron a notar el cambio y lo llamaron para servir en la cocina de la prisión. William usó esta oportunidad para animar a otros prisioneros plagados por la misma desesperanza que él experimenta.
“Doy gracias a Dios por lo que he experimentado detrás de las rejas”, dijo. “A pesar de toda mi maldad, aun así Dios me ama. Aunque nadie me amara, Dios sí. Agradezco que he aceptado a Jesucristo”.