Los veteranos heridos y sus cónyuges reciben la salvación en Jesucristo durante Operation Heal Our Patriots en Alaska.
Tiritaba tanto que apenas podía quedarse quieto. De repente, se había levantado viento, el sol estaba oculto y el aire era notoriamente más frío que como había estado toda la semana. Ni siquiera la fogata que crepitaba en la playa brindaba demasiado calor.
Eso no importaba. El sargento primero David Larson y su esposa, Nicole, estaban listos para atreverse a entrar en las frías aguas del lago Clark y bautizarse. Durante Operation Heal Our Patriots en el Samaritan Lodge Alaska, David oró para recibir a Jesucristo como su Señor y Salvador, y Nicole volvió a consagrar su vida a Cristo.
“He orado por este momento desde hace mucho tiempo”.
“Yo quería que David se acercara a Dios. He orado por este momento desde hace mucho tiempo. Nunca pensé que estaríamos aquí”, dijo Nicole.
Un nuevo comienzo
Nicole y David llevan casi 10 años de casados. La época más complicada de su relación comenzó el año pasado, cuando David se retiró después de 24 años de prestar servicio militar.
“Fue difícil encontrar una nueva identidad propia y trasladar mis habilidades al sector civil”, comentó él.
El retiro le dio tiempo a David para comenzar a procesar su etapa en el Ejército, que incluyó cuatro despliegues y una variedad de tareas como el paracaidismo (era instructor de salto), supervisar los equipos de petróleo, dirigir los esfuerzos logísticos y servir de enlace con los contratistas civiles.
La seguridad de los convoyes en Iraq era una de sus tareas más estresantes. “Tuvimos que enfrentar emboscadas y explosiones de bombas caseras. Fue sumamente intenso”, dijo David. Varios de sus amigos murieron durante ese despliegue.
David ha padecido un desgarro del manguito rotador, lesiones en la espalda y las rodillas, y zumbido en los oídos. También lucha con un traumatismo craneal y con el estrés postraumático, pero tardó mucho más tiempo en identificar estas heridas que no sen ven.
“Yo sufría en silencio”, dijo. “Ni siquiera me daba cuenta del alcance del daño”.
“Ahora, tengo a Cristo, y eso es muy poderoso. No estoy solo”.
El trauma mental y físico contribuyó a su escepticismo para con Dios. Al haber crecido en una reserva Navajo en Arizona, David y su familia conocían a muy pocos cristianos evangélicos.
Pero su esposa nunca dejó de suplicarle a Dios que abriera su corazón, y esas oraciones fieles fueron respondidas en Alaska.
“He sido terco todos estos años. Yo sabía que había alguien que me protegía, y por fin lo encontré”, afirmó David. “Ahora, tengo a Cristo, y eso es muy poderoso. No estoy solo”.
Además, David y Nicole se acercaron más gracias a las clases de enriquecimiento matrimonial con base bíblica, las reuniones con nuestros capellanes militares retirados y las excursiones a la naturaleza.
“Ha sido un proceso sanador para mí y un redescubrimiento de nuestro matrimonio”, compartió David.
La pareja reconsagró su matrimonio a Dios y entre ellos durante una ceremonia especial al finalizar la semana. “Estamos empezando de nuevo. Este es nuestro comienzo”, dijo Nicole. “Estoy ansiosa por crecer en Cristo con mi esposo”.
Corazones transformados
El sargento del Ejército John Grim y su esposa, Penelope, también se fueron de Alaska con un futuro más promisorio. Se reunieron con nuestros capellanes al comienzo de la semana y se acercaron a la fe en Jesús.
“Cuando nos reunimos con los capellanes al principio, John estaba nervioso y reservado. No se moría de felicidad cuando yo nos anoté primeros en la lista para consejería matrimonial”, relató Penelope, molestando relajadamente a su esposo. “Solamente vino a Alaska porque quería ir a pescar”.
Pero el tiempo con los capellanes los ayudó a ambos a abrir sus corazones para recibir la sanidad, el perdón y el amor de Dios.
“Perdí en gran medida mi fe después de mi regreso a casa de Afganistán. Cuestionaba fuertemente mi fe después de vivir todo lo que viví. Ignoré a Dios durante mucho tiempo”, relató John.
Uno de los despliegues en Afganistán fue tan intenso, que su unidad recibió una advertencia muy preocupante antes de partir: “Nos dijeron que es probable que algunos no regresemos a casa, y eso fue lo que terminó pasando”, dijo John.
El estrés postraumático asoló a John cuando volvió a casa y su matrimonio se perjudicó como consecuencia. Él trató de quitarse la vida en varias ocasiones.
“Nuestro matrimonio ha sido una montaña rusa”, dijo Penelope. “Hemos tocado fondo muchas veces”.
Sin embargo, no se rindieron y consideraron que Operation Heal Our Patriots era una oportunidad para fortalecer su relación. Las clases los ayudaron a aprender cómo comunicarse mejor y resolver los conflictos. Lo más importante es que se dieron cuenta de que su matrimonio debía construirse sobre el fundamento firme del Evangelio. Como Nicole y David, volvieron a consagrar su matrimonio a Dios.
“Esta semana ha sido nada menos que un milagro”, dijo John. “Nunca me sentí más cerca de mi esposa como esta semana”.
“Esta semana ha sido nada menos que un milagro”.
John también compartió que su nueva relación con Jesús lo tiene más emocionado que nunca por los días que vendrán. “Ahora que me he entregado a Cristo, me siento mucho más liviano. Estoy entusiasmado por comenzar este nuevo camino con mi esposa y nuestro hijo, y valorar cada momento que tengamos”.
Para Penelope, Alaska marca un «volver a empezar» y una oportunidad para superar las heridas del pasado. Ambos han experimentado el perdón y la sanidad, pero ella está especialmente feliz porque John finalmente pudo abrir su corazón, tanto a Cristo como a su familia.
“Estoy feliz de tener a mi esposo de vuelta”, dijo. “Estamos eternamente agradecidos”.