Mientras el Instituto Teológico Unido de Heiban celebra 20 años y sus graduados más recientes, los pastores formados en la institución de los montes Nuba enfrentan las dificultades de un país en guerra.
Sudán gozaba de una relativa paz hace tres años, cuando el pastor Damarcus comenzó a estudiar en el Instituto Teológico Unido en los montes Nuba.
Esta primavera, mientras celebraban su graduación con amigos, familiares y otros 56 graduados, el país vuelve a estar en guerra. Ahora, todos enfrentarán los desafíos de proclamar el Evangelio en un país turbulento, ya dominado por el islam y las creencias tradicionales.
“Fue un día de alegría cuando ingresé a este instituto”, relató el pastor Damarcus. “Era un refugiado en Sudán del Sur, pero cuando supe de esta facultad, vine porque tenía en mi corazón que Dios quería que yo hiciera algo con mi pueblo. Ahora que me he graduado, estoy listo para ir y dar el mensaje de Dios”.
Este año, el Instituto Teológico Unido celebra 20 años desde su fundación en el 2004, al final de otra guerra (un combate sangriento que duró décadas). Muchos líderes eclesiásticos y cristianos laicos fueron martirizados durante el conflicto.
Entonces, mientras Samaritan’s Purse comenzaba a reconstruir cientos de iglesias que habían sido destruidas en la guerra, el presidente de Samaritan’s Purse, Franklin Graham, se comprometió a construir una facultad para capacitar a la nueva generación de pastores.
Recurrió a un antiguo socio ministerial en Medio Oriente para que le facilitara los profesores fundadores. Muchos de los nuevos maestros habían nacido en Sudán y tenían la visión de regresar a casa para alcanzar a sus compatriotas sudaneses.
“Nuestro corazón está en Nuba”, le dijo uno de esos maestros a Graham. “Aunque haya otra guerra, queremos asegurarnos de que la obra continuará”.
La escuela dictó sus primeras clases bajo la sombra de los árboles de mango mientras edificaban la estructura permanente. Alrededor de 50 estudiantes habían llegado desde aldeas lejanas y desde otros países, deseosos por aprender y por enseñar la Palabra de Dios a su pueblo.
“No teníamos nada, pero teníamos gozo. Teníamos felicidad”, contó el pastor Mujahid, un miembro del cuerpo docente fundador. “Todos los presentes se sentían como en el cielo”.
La violencia siguió ardiendo en Sudán durante los últimos 20 años de la existencia del instituto, aun durante los años de paz. El instituto mismo fue bombardeado, pese a su ubicación apartada. Pero, en medio de todo eso, han continuado capacitando a decenas de pastores, la mayoría de los cuales regresaron a las iglesias de sus aldeas, o para crear obras nuevas en Sudán y en los países vecinos.
“En medio del conflicto permanente, los cristianos sudaneses dejan a sus amigos, sus familias y sus comunidades para estudiar la Biblia en los Montes Nuba”, dijo Seth Williamson, director regional del Noreste de África para Samaritan’s Purse, quien asistió a la reciente graduación. “Durante meses, dejan atrás la vida conocida para venir a estudiar la Palabra de Dios, de manera que puedan volver a su propio pueblo con el Evangelio y con la visión de que el reino de Dios sea expandido por todo Sudán”.
El pastor Damarcus dijo que su último año de estudios fue afectado por los informes de la violencia y con la comprensión de que la guerra estaba consumiendo nuevamente a su país. Hasta ahora, esta ha desplazado a millones de personas y ha llevado al país a una crisis alimentaria.
Pero afirmó que estos años en el instituto de Heiban lo han ayudado a prepararse para el ministerio del Evangelio en un país en guerra.
“Solo necesitamos su oración. Esta escuela está en una región en guerra, y muchos de los graduados se irán a casa, a sus familias y a sus comunidades en guerra. Oramos para que Dios nos prepare muy bien para servir a nuestras comunidades en el trascurso de la guerra”, dijo Damarcus. “Otros apenas están comenzando sus estudios y, en este momento, es difícil estar lejos de sus familias, con la guerra activa”.
Por favor, sigue orando por el Instituto Teológico Unido en Heiban, por los muchos estudiantes que están ministrando en lugares difíciles y por las futuras graduaciones, para que Dios los proteja y les dé valor para proclamar las Buenas Nuevas de Jesucristo.