Estudiantes de la universidad Cornell sirvieron con Samaritan’s Purse en Tennessee para ayudar a los propietarios a recuperarse de una devastadora tormenta de nieve.
Las vacaciones de primavera son una tradición universitaria que data de los 1930s. Es una oportunidad para los estudiantes para descansar, relajarse y tener un receso de sus estudios; típicamente van a la playa y se asolean en una playa o emprenden un viaje de aventuras.
Un grupo de 15 estudiantes de Cornell University decidieron hacer un viaje por tierra, pero su destino no fue una playa soleada, unas montañas majestuosas o incluso su hogar. Manejaron 16 horas desde el campus de Cornell en Ithaca, Nueva York, a Memphis para ser voluntarios con Samaritan’s Purse.
Su objetivo era ayudar a los propietarios a recuperarse de la brutal tormenta de nieve que arrasó por el oeste de Tennessee a principios de febrero. Miles de ramas cayeron bajo el peso de las capas de hielo que eran de hasta un centímetro de anchura. Los residentes afectados, muchos adultos mayores, se quedaron con techos dañados en necesidad de reparación y árboles y ramas tumbados en su propiedad.
Dos meses después de la devastación, Hudson Tumey, un chico de primer año de 19 años en Cornell, empezó a quitar ramas caídas hacia la acera, fuera del patio de Mary Newberry.
Quiero usar los dones que Dios me ha dado para ayudar a la gente, amarla y darles esperanza”, dijo Hudson. “Jesús pudo haber hecho cualquier cosa, pero decidió servir y amar a los demás. Puedes irte y divertirte con tus amigos en la playa y quienes lo hacen piensan que se están divirtiendo. Pero yo la estoy pasando mejor. Me parece más satisfactorio poder servir”.
Mary, de 71, no podía creer que unos universitarios pasaran sus vacaciones ayudando a personas que no conocían y quizá nunca volverían a ver. “Justo cuando estaba a punto de perder esperanza, llegaron estos estudiantes”, dijo. “Dios puso en sus corazones ayudarme y han bendecido mi vida. Estoy tan agradecida que se detuvieran y me ayudaran”.
Trayendo consuelo y mostrando compasión
Cuando los estudiantes llegaron a la casa de Claude Wirt, el nativo de 55 años de Memphis, estaba llorando. Su amado pitbull Brindle había muerto el día anterior. Claude, quien sufre de daños en los nervios provocados por un hombro dislocado, quería enterrar su perro en el patio trasero, pero no tenía las fuerzas para hacerlo. Hudson y su compañera Kaitlin Kelly se ofrecieron a cavar la tumba e hicieron un pequeño servicio funerario para la mascota.
“Estoy tan agradecido porque estos estudiantes están usando su tiempo para ayudar a personas como yo”, dijo Claude. “Nada es mejor que eso. Son una bendición”.
Después del pequeño servicio, y después de remover docenas de ramas y escombros del patio de Claude, sus padres y su hermana llegaron. Los estudiantes oraron por la familia y le dieron cálidos abrazos a la madre de Claude de 81 años, Rosie, que agradeció por la ayuda hacia su hijo. Momentos como este fueron especiales para Valerie Hu, una estudiante de segundo año de 21 años, procedente de San Francisco.
“Estoy emocionada por poder compartir el amor de Cristo de maneras prácticas, pero también por las conversaciones que podemos tener con aquellos a quienes servimos”, dijo Valerie. “Conectar con los propietarios es lo más importante, y traerles las buenas Nuevas de Jesucristo”.
La decisión correcta de ser voluntario
Carleton Perkins, un estudiante de física, titubeaba sobre venir al viaje pues tiene un examen muy importante después de las vacaciones. Pero después de servir un día en varias comunidades de Memphis y ver el impacto que él y sus compañeros hacían, supo que había hecho lo correcto al ser voluntario.
Otra estudiante, Hannah Guan, dijo que vino al viaje porque quería servir a Dios en un lugar fuera de su área de comodidad. “Quería encontrar a Jesús en un lugar diferente y compartiendo el Evangelio”, dijo. “Y quería acercarme más a mis hermanos y hermanas en Cristo en Cornell, y esta fue una gran oportunidad”.
La mayoría de los estudiantes no se conocían antes del viaje, pero ahora son amigos cercanos, pues han experimentado no solo un largo recorrido en auto juntos, sino que han compartido algo más significativo: ser las manos y los pies de Jesús a los necesitados.
“Al servir, nos acercamos más uno al otro y a Dios. Y además la estamos pasando muy bien”, dijo Hudson. “Somos ahora mejores amigos. Es una gran manera de hacer comunidad”.
Glenn Asuo-Asante, recién graduado de Cornell que está haciendo su internado con Cru, el ministerio universitario centrado en Cristo del que forman parte los estudiantes, también hizo el viaje y dijo que no puede pensar en una mejor manera de pasar las vacaciones que compartiendo el amor de Jesús a las personas y sirviéndolas.
“Jesús nos llama a ir y hacer discípulos a todas las naciones”, dijo. “Y la Biblia nos asegura que los pies de los que traen el Evangelio de la paz son hermosos, así que vamos y hacemos lo que Dios nos ha mandado a hacer. Por ejemplo, ayer trabajamos en la casa de una mujer y todo lo que ella quería era que tuviéramos el patio como lo tenía su esposo que murió unos meses atrás. Estos pequeños actos de amabilidad como limpiar su patio nos permitieron honrar a su esposo y compartir con ella el amor de Jesús. De eso se trata”.
Los voluntarios de Samaritan’s Purse han servido en Memphis desde el 9 de febrero, poco después que la tormenta de hielo pasara por ahí. Alabamos a Dios por permitirnos ayudar a más de 600 propietarios y 35 han confiado en Jesús como el Señor y Salvador.