El oficial del ejército Jeff Patterson miró la orilla del lago Clark a donde entraba su esposa. De repente, él estaba en el agua también.
Olga Patterson caminaba dentro del agua con los capellanes en el algo Clark, temblado y sonriendo y con el agua hasta la cintura, en las aguas gélidas de una temporada fría en Samaritan Lodge Alaska. La nieve había dejado de caer tan solo unas semanas atrás en las cimas cercanas.
No hubiera elegido agua más fría.
Olga había creído en Jesús durante algún tiempo, pero no se había bautizado. Con todos los nuevos comienzos que ella y su esposo, el oficial del ejército Jeff Pattterson, habían hecho esa semana, quería finalmente experimentar el bautismo que había pospuesto por tanto tiempo.
“Parecía el momento correcto”, recuerda haber pensado.
Olga re-dedicó su vida a Cristo en Alaska y la pareja quería comenzar nuevas prácticas en su relación en base a lo aprendido.
En el agua el viernes, Olga empezó a llorar. Pero también sonreía, y miraba la orilla.
“¡Esperen un segundo!”, dijo Jeff. “Yo también”.
Jeff se hizo paso entre el grupo y entró al agua donde estaba el capellán Lou Anda.
“Esto es para creyentes”, le dijo Lou, un poco sorprendido y expectante. “¿Has recibido a Cristo como Salvador?”
“Quiero hacerlo”, dijo Jeff.
Jeff dice que no recuerda oír o ver nada en los momentos antes de entrar en el agua y escuchar las preguntas de Lou.
“Tuve que hacerlo. Mis pies parecían estar adelante, no detrás”, dijo Jeff. “Solo éramos él yo. Lo demás no existía”.
Jeff solo recuerda otro momento espiritual tan sobrecogedor.
“Estuve en coma durante 10 días en 2019”, recuerda. “En medio del coma soñaba. Parecía que había una batalla por mi alma”.
Dos décadas de guerra
Jeff se unió al ejército en 1994, en parte por un deseo de seguir la herencia militar de la familia. En su carrera, sirvió en varios roles como parte de la artillería aérea, como un scout, luego buscando objetivos del enemigo y finalmente en la tecnología, enviando misiles desde el cielo.
Durante sus primeros despliegues, conoció a Olga en Corea, donde ella fue después de un trabajo en Kirguistán.
“Supe en un mes que me casaría con ella”, dijo.
Se mudaron a su país y se casaron mientras Jeff seguía con su carrera militar y viajaba por todo el mundo y aprendía sistemas sofisticados de defensa aérea.
“Yo me quedaba con los niños”, dijo Olga.
Como siempre, cada capacitación o despliegue de un mes ofrecían más estímulo y propósito patriota, pero le dolía que su familia y la vida siguieran sin él.
Dijo que cada vez que regresaba a casa, sentía que debía reaprender las rutinas básicas de su familia y las pequeñas alegrías.
“Regresas y te das cuenta de que tu esposa hace todo”, dijo Jeff. “Cuida de los niños. Cuida la casa. Cuida todo mientras tú estás en un despliegue o una capacitación. Regresas a casa y tienes que entrar otra vez a la realidad y reconstruir tu relación”.
A lo largo de esas dos décadas de labor activa, los Patterson tuvieron una rutina de ausencia y reconstrucción, sin darse cuenta del desbalance sin resolver en su relación que aumentó con los años. Pensaban que todo iba bien, sin ver que faltaban piezas importantes en su relación.
Jeff recuerda una conversación que tuvo con su sobrino DB Bennet. Él y su esposa Cree vinieron al año pasado con Operation Heal Our Patriots y resolvieron asuntos de su propio matrimonio. Jeff recuerda el cambio evidente en el matrimonio de su sobrino.
En una reciente llamada con Samaritan’s Purse, DB contó sobre sus conversaciones con su tío Jeff y Olga cuando consideraban aplicar a Operation Heal Our Patriots.
“Hablamos todo el tiempo y recuerdo que mencionaba que después de 20 años de matrimonio todavía no conectaban del todo”, dijo DB. “Cuando le conté de mi experiencia, él también quiso vivirla. Jeff y Olga de hecho cuidaron a nuestros hijos cuando estuvimos en Alaska el año pasado”.
DB dijo que él y Cree estaban a punto de romper el año anterior.
En Alaska, DB encontró el perdón de Dios otra vez y él y Cree re-dedicaron su matrimonio a Dios y ambos decidieron re-dedicar sus vidas a Jesucristo.
“Hablé con uno de los capellanes la noche antes de irnos”, dijo DB. “Hablamos del perdón y él me dijo que Dios ya me había perdonado. Ahora tenía que perdonarme. No me gusta llorar. No lloré. Me quebré delante del hombre”.
Cuando DB supo que Jeff y Olga habían aceptado ir a Alaska este año al proyecto de Samaritan’s Purse, sintió extraño animar al héroe de su niñez, ahora uno de sus mejores amigos para “ir con una mente abierta a Dios”.
DB también pidió a Jeff que le ayudara con un asunto no terminado. Después de 12 años de traer puestos los brazaletes de metal de dos amigos de la Marina que fallecieron en batalla, estaba listo para darles un nuevo hogar que honre su sacrificio.
“Le dije a Jeff sobre la hermosa ceremonia de brazaletes y le pedí que los llevara y los usara durante la ceremonia”, dijo DB. “Incluso hablé con la mamá de uno de ellos. Ella dijo: ‘Me alegra que mi hijo sea honrado en tan hermoso lugar’”.
Jeff les proveyó un nuevo lugar de honor durante la ceremonia de brazaletes en Samaritan Lodge Alaska. Puso los brazaletes en la asta de la bandera en Alaska, tanto de Aaron Ullom, como de Brian Lundy, ambos muertos al tratar de ayudar a marinos heridos.
Su nuevo comienzo
Dejaron mucho atrás al salir de Alaska, y se llevaron mucho más de regreso. Pero hasta esos últimos momentos de la semana, Jeff se resistía a la idea de Dios y de la religión.
“Fui a la iglesia de niño”, dijo. “Siempre supe que había un ser superior, pero no sabía nada de él. Teníamos un solo canal de televisión al crecer y era la PBS. Veíamos ciencia. La iglesia no era nuestra tradición”.
Mientras Jeff se encontraba en el agua conversando con los capellanes, pidiendo a Dios perdón por “sus pecados contra Dios y su propia vida”, Olga no podía creer lo que pasaba.
“Me golpeó como una roca”, dijo. “No podía dejar de llorar. Fue un paso importante para nosotros”.
Jeff dicho que también le pegó de pronto, pues su mente se asombró de que su cuerpo se metiera al agua.
“Me di cuenta de que es posible creer en lo que no puedo ver. Tenía fe, y eso era mayor que mi mente. No hubo pensamientos con antelación. No hubo un plan. Simplemente fui. Estaba totalmente vestido. Traía mis pantalones, mis zapatos del diario y solo me metí al agua. Tuve que hacerlo”, dijo Jeff. “Nada me importó. Sentí la luz. Sentí la luz”.
El conocimiento y la maestría han movido la vida de Jeff siempre, y ahora se encuentra en un nuevo territorio.
“Tengo mucho que aprender”, dijo. “Lo único que sé de Jesús por ahora es que quiero más de Él”.