Un pastor recuerda su llamado, aun desde su celda en una cárcel de Liberia.
El pastor Emmanuel (de 48 años), ha pasado los últimos 10 años en una cárcel liberiana, a menudo superado por una mezcla de dolor e ira por el lugar donde terminó.
La desesperación puede propagarse tan rápidamente como la enfermedad en los superpoblados y antihigiénicos módulos carcelarios. Muchos de los presos pueden esperar incluso años para entender por qué están encarcelados. Las fechas para los juicios y la asistencia legal son un lujo, y entre los reclusos está la creencia general de que los enviaron allí para morir.
Emmanuel fue encarcelado hace 10 años, pero está aprendiendo a caminar con Jesucristo y a llevar a otros a él, que están tras las rejas.
Cuando lo arrestaron a los 38 años, Emmanuel era un pastor cristiano confeso. Cree que lo encarcelaron injustamente debido a la presión de los religiosos africanos tradicionales, a quienes no les caía bien que hablara en contra de sus costumbres. En la cárcel, rápidamente empezó a creer que había sido olvidado. Se sentía olvidado; incluso por Dios.
“Cuando pensaba en esto, en todo por lo que había pasado, me llenaba de ira”, dijo.
Un día, el año pasado, comenzó a estudiar con un capellán de Samaritan’s Purse en el espacio común de la cárcel. El capellán había iniciado una serie de cursos de discipulado de 11 semanas diseñado para los prisioneros.
A medida que la clase estudiaba la Biblia, la fe de Emmanuel volvió a encenderse y él aceptó la esperanza que una vez había predicado a sus fieles sobre las Buenas Nuevas de Jesucristo.
Emmanuel se prepara para el mensaje que dará a sus compañeros reclusos. “Aquí puedo predicar. Es un privilegio que tengo, solamente otorgado por la gracia de Dios”, afirmó.
En la lección 10, leyó sobre la senda de la ira desenfrenada. “Eso lleva a la destrucción”, dijo Emmanuel. A lo largo de estas lecciones, Dios atravesó lo que había sido una oscuridad sobrecogedora en su vida.
Dios usó a un capellán de la prisión, dispuesto a invertir semanas en la Prisión Central de Monrovia, quien ayudó para que el pastor recuerde que el llamado fundamental que Dios le hizo en Cristo nunca cambió.
“Dios envió a Samaritan’s Purse para que me consolara con la Palabra de Dios, y me incentivó para que, sea cual sea la situación, recuerde que estamos llamados a ir a contérselo a otros con valentía”, dijo. “Esto cambió mi vida”.
Una libertad inesperada dentro de los muros de la prisión
En la actualidad, Emmanuel puede ver claramente un nuevo camino, y casi nunca sus días son determinados por la ira causada por lo que vivió.
“Estoy agradecido a Dios por darme la fuerza para quedarme aquí”, compartió, sonriendo mientras lo decía. “Dios me ha ayudado. Me ha llenado, incluso en este lugar”.
Durante 11 semanas, nuestro capellán destinado a la prisión guía a los prisioneros en las clases bíblicas sobre discipulado y evangelismo.
Emmanuel ha servido como pastor a sus compañeros de prisión desde que hizo el curso de Samaritan’s Purse. Además, invita a otros a participar del estudio sobre el discipulado para que ellos también puedan conocer la libertad que se les ofrece por medio de Jesucristo.
Ahora él ayuda a dirigir el curso colaborando con los capellanes, animando a los reclusos en la oración y la alabanza, y enseñándoles con la Palabra de Dios. Hoy en día, la prisión le permite predicar en los módulos carcelarios, aun a los prisioneros que no están registrados en los cursos.
“Aquí puedo predicar. Es un privilegio que tengo, y solamente otorgado por la gracia de Dios”, dijo Emmanuel.
Muchas mañanas, Emmanuel se despierta en su celda, mira alrededor a los hombres que están con él y se regocija en su corazón por esta congregación nueva que Dios le ha dado. Su versículo bíblico favorito para recordar está en la segunda mitad de Apocalipsis 2:10: “Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”.
“Físicamente, espiritualmente, me siento libre”, dijo. “A veces, es como que no me entero de que estoy en la cárcel”.
Por favor, ora por el alcance evangelístico permanente de Samaritan’s Purse entre los prisioneros de Liberia. Ora por fortaleza para Emmanuel y por los muchos que vendrán a Cristo.
Los prisioneros se reúnen a orar cada semana durante la clase, donde están aprendiendo a seguir a Jesucristo, sin importar dónde estén.
